Mi experiencia con el Método Pilates

Mi experiencia con el Método Pilates
Cuando aprendí los principios básicos del Método Pilates algo cambió en mi forma de entender el movimiento y, por extensión, de enseñar a hacer ejercicio. Quien siente esto que sentí yo, ya sea profesor o alumno, nunca jamás volverá a ser el mismo. Parece una exageración pero es la única manera que tengo de explicar lo que me ocurrió.
Aunque siempre estaba lesionada, yo pensaba que tenía una forma física excelente y que, debido a mi experiencia en el mundo del deporte y del fitness, no tendría dificultad en asimilar el método. No fue así, me costó muchísimo cambiar mis patrones de movimiento, los vicios. No sabía utilizar las fibras profundas del abdomen, tampoco sabía respirar adecuadamente y temblaba como una hoja cuando llevaba ocho repeticiones abdominales intentando no mover la cadera. La explicación a todo esto no es que estuviera mal entrenada sino que estaba entrenada “solo por fuera”. Mis músculos dinámicos estaban muy fuertes pero los posturales, los sinergistas y los antagonistas estaban muy débiles, nunca los había utilizado con tanto control, nunca había pensado en la importancia de mantener una postura correcta en el entrenamiento, nunca había necesitado inmovilizar una parte del cuerpo para mover otra con eficacia, por lo menos nunca había sido consciente. Hasta ese momento solo me había interesado levantar más peso o aumentar el número de repeticiones, y sobre todo, nunca pensé en lo importante que es mantener esa postura y tener esa actitud durante todas y cada una de las acciones del día a día.
En mí, el Método Pilates durará toda la vida, perdurará en el tiempo porque ya forma parte de mis movimientos y todo lo que tiene que ver con una mala postura me incomoda. Mis músculos posturales ya han automatizado esta forma de trabajar y, gracias al entrenamiento, les recuerdo que así debe de ser, por lo que apenas me cuesta esfuerzo…, se podría decir que economizo energía, me muevo diferente, mi aspecto ha cambiado y me encuentro mejor que antes, me duelen menos cosas y durante menos tiempo, ¿se puede pedir más?…
Por esta razón creo que esta forma de trabajar siempre será relevante, creo que el Método Pilates ofrece una base excelente de movimiento y que se podrán crear nuevas técnicas y sistemas de entrenamiento pero siempre sin olvidar que una buena postura es la base de la salud articular.
Me atrevo a decir que Pilates inventó, o mejor dicho, le dio forma a uno de los métodos de ejercicio más seguros, eficaces y beneficiosos de la historia del ejercicio físico.
 
Vicky Timón es profesora de Pilates en Gaia.




Tips para facilitar tu práctica

Tips para facilitar tu práctica

A veces, la práctica de yoga, y creo que es algo que a todos los no ha pasado en algún momento, puede resultar frustrante. Porque nos duele la espalda o el cuello en ciertas posturas o movimientos, porque nos falta flexibilidad o fuerza, porque no somos capaces de hacer las asanas que nos gustaría, porque nos cuesta coordinar la respiración con el movimiento… Sufrir o estar incómodos durante la práctica puede frustrarnos y llevarnos a pensar que el yoga no es para nosotros.

Por eso, en este post quiero compartir con vosotros todas esas modificaciones, recursos y hasta trucos que yo he ido adoptando desde que empecé a practicar yoga. Porque, por supuesto, a los profesores también nos ocurre. Cada cuerpo, cada mente, cada estructura ósea, muscular o articular es un mundo, cada forma física y estado de salud también, y debemos respetarlo para poder convertir el yoga en una práctica agradable y beneficiosa para nosotros.

Por eso, el primer consejo que quiero daros, y que ya habréis escuchado muchas veces, es no compararos nunca con nadie. La competición es un concepto carente de sentido en el yoga. Ni siquiera contigo mismo. Haciendo yoga hay que sentir, disfrutar y por supuesto, avanzar, pero nunca sufrir o forzarnos a hacer cosas que no son ni aptas ni buenas para nuestro cuerpo. Tampoco debe darnos ningún tipo de vergüenza no poder hacer una postura, optar por opciones más sencillas o, simplemente, descansar si lo necesitamos. A los profesores también nos ocurre.

En cuanto a los aspectos prácticos, vamos a ir parándonos en todo aquello que puede ayudaros a facilitar vuestra práctica:

La postura

Mucha gente decide hacer yoga porque sufre dolores crónicos de espalda y porque siente que el sedentarismo está haciendo huella en su cuerpo y en su salud. Normalmente, esto conlleva tener un tono muscular muy bajo y una escasa conciencia corporal, lo que hace que nosotros mismos tengamos “desactivados” músculos esenciales para nuestra postura a perjuicio de otros que asumen demasiadas tareas. Como los glúteos. Son los músculos más grandes y fuertes del cuerpo pero también los más perezosos. Si no eres consciente de su activación, puede que otros músculos tengan que acabar haciendo su trabajo, lo que creará desequilibrios en tu cuerpo y, finalmente, patologías. Por eso es tan importante prestar mucha atención a nuestro cuerpo, ser conscientes de cómo es nuestra postura y de los músculos que debemos activar durante la práctica. Los profesores siempre dan indicaciones posturales en las clases. Síguelas siempre pero, además, mi consejo es que no dejes de chequear tu postura en cada asana durante la práctica. Además, activar tu musculatura de forma consciente hará que se impliquen muchas más fibras musculares y que te resulte más fácil sobrellevar el esfuerzo físico que supone la práctica.

Flexiona las piernas

Al subir y bajar de tadasana, sobre todo al hacer los Saludos al Sol o practicar estilos como Vinyasa, puede dolernos la espalda. Algo que a mí me ocurría mucho al principio. Por eso os recomiendo que mantengáis una ligera flexión de piernas y que cuando os incorporéis y estéis de pie, mantengáis activos vuestros glúteos y vuestra faja abdominal (os ayudará llevar el ombligo hacia dentro y hacia arriba y alargar los costados). Y lo mismo cuando estéis en posiciones como Uttanasana, con la cabeza y la espalda hacia abajo: flexionad las piernas todo lo que necesitéis e incluso apoyad los antebrazos en los muslos o las manos en las rodillas para evitar el dolor en la espalda. Mantener los pies al ancho de la cadera durante vuestra práctica (obligatorio si estáis embarazadas) también os ayudará a repartir mejor el peso del cuerpo y no sobrecargar la espalda.

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