El aroma de las castañas
El aroma de las castañas
By: Carla Sanchez | Nov. 03, 2016
El aroma de las castañas es uno de esos elementos que hacen del otoño una de los momentos más románticos del año. Se apoderan de mercados y calles durante los meses de octubre, noviembre y diciembre, me encantan desde pequeña y he estado esperando ansiosa su llegada.
Mientras escribo este post, en mi cocina se está horneando la primera castañada de muchas tardes calentitas que pasaré bajo una manta leyendo un libro, o viendo una película.
Quizá no sepas que antes de que la patata invadiese Europa, las castañas eran las reinas de la dieta, coronadas como el principal hidrato de carbono durante las estaciones de frío. Frescas duran poco tiempo, pero se pueden secar convirtiéndose en “castañas pilongas”, y también congelar, conservación que las mantiene perfectas en cuanto a sabor y textura.
Tienen fama de engordar y dar gases pero, integradas adecuadamente en la dieta estacional, son un alimento más nutritivo e interesante de lo que imaginas.
- Entran dentro de la categoría de los frutos secos pero a diferencia de estos, su contenido en grasas es muy bajo y son muy ricas en carbohidratos.
- Cualquier hidrato de carbono puede engordar si se abusa de él. La castaña no engorda más que el arroz, u otros cereales a los que se les tiene menos manía.
- Contienen mucha fibra y son un alimento saciante, por lo que pueden ser un complemento fantástico en dietas para regular el peso.
- Contienen muchas vitaminas del grupo B y destacan por su aporte de hierro y potasio.
- Se consideran un alimento energético, perfecto para deportistas, niños, estudiantes y personas que tienen mucho desgaste físico y mental en general.
- Cocidas son más suaves para el estómago y hay que evitar comerlas crudas, la versión que sin duda crea más gases.
- Al poseer hidratos de carbono complejos es un alimento de absorción lenta, lo que favorece el mantenimiento de los niveles óptimos de azúcar en sangre.
Asadas y cocidas están deliciosas, las castañas también son muy apreciadas en repostería y se pueden emplear en múltiples recetas como acompañamiento.
¡Uy ya huele toda la casa a tostadito! qué maravilla, qué ricas y qué sanas. Además de las propiedades mencionadas hay que decir que es una gozada comerlas en la calle cuando hace frío, calientan las manos y son un tentempié perfecto a cualquier hora del día.
“No dejes de disfrutar los manjares del otoño y dale al cuerpo la buena energía que se merece.”
La respiración en yoga y pilates
No es raro ver estas dos disciplinas agrupadas en una misma categoría, o incluso como partes de una misma clase. De hecho, el método Pilates utiliza algunas posturas de Yoga como base para sus ejercicios aunque el objetivo, la dinámica y la musculatura empleada no sean los mismos. Hay bastantes diferencias entre ambas, pero esto no es obstáculo para poder beneficiarse de las ventajas que cada una puede aportar a nuestro entrenamiento, hasta el punto de combinar las dos.
De entre las diferencias más señaladas entre el método Pilates y el Yoga, la respiración es una de las cuestiones clave que merece la pena conocer para adaptar cada ejercicio al modo de ejecución adecuado. En ambas la respiración ocupa un lugar muy importante y forma parte del conocimiento correcto de cada una de ellas.
En el caso del Yoga, tenemos el protagonismo absoluto del ‘pranayama’ o ejercicios específicos de respiración para controlar la ‘energía vital’ o el ‘prana’. Estos ejercicios no existen en absoluto en Pilates y su aprendizaje es básico para realizar una aproximación completa a la primera disciplina. Más allá de los pranayamas, la respiración en el resto de las posturas o asanas es una respiración que busca la calma y en la que inhalamos y exhalamos siempre por la nariz. Para la práctica de Yoga usamos una respiración completa, llenando zona costal y abdominal, y generalmente se intenta poner más énfasis en la exhalación, incrementando ligeramente su duración frente a la inhalación. También puede haber algunas asanas en las que ‘retengamos’ el aire tras la inspiración (plano inclinado en el saludo al sol). En cuanto al movimiento, hay tres principios generales (sujetos a excepción): cuando abrimos el pecho, la cabeza va hacia arriba, o hay una extensión del tronco: inhalamos; cuando la postura lleva la cabeza hacia abajo, hay una contracción del tronco o una flexión hacia adelante: exhalamos; en las torsiones inhalamos cuando alargamos la espalda y exhalamos al realizar la torsión.
En Pilates la respiración tiende a ser torácica para mantener la musculatura del abdomen sujeta; se inspira por la nariz y se espira por la boca, adaptando la salida del aire a la duración del movimiento ya que intentamos que al exhalar se reduzca la presión “intraabdominal”; en general, el objetivo de la respiración en Pilates es facilitar el movimiento y el control de la zona central del cuerpo, por tanto cuando la respiración busca facilitarlo la tendencia es exhalar cuando alejamos las extremidades o palancas del centro e inspirar cuando el ejercicio tiende a la contracción (acercar palancas al tronco); hay adaptaciones de ejercicios que para buscar un mayor desafío cambian la respiración y la realizan al contrario. Una recomendación importante para los principiantes es no agobiarse con la respiración ya que poco a poco irá integrándose de manera natural en los ejercicios. Lo más importante, por lo tanto, es que sea fluida y no quede bloqueada.