Cuestión de flexibilidad

Cuestión de flexibilidad

Cuestión de flexibilidad


By: Carla Sanchez  |  Dec. 20, 2016

Muchos alumnos que empiezan a hacer yoga me dicen el primer día de clase: – ¡no tengo ninguna flexibilidad!

También escucho comentarios similares en conversaciones con amigos a los que intento animar a probar. ¿Quién dijo que para hacer yoga hay que tener una condición flexible?

Ser una persona elástica no es un requisito indispensable para acercarse a esta disciplina en ninguna de sus versiones, quizá sea más bien un objetivo a perseguir y no el único.

En términos físicos, la elasticidad es la propiedad mecánica de músculos, ligamentos y tendones, que al recibir una fuerza aumentan su grado de extensibilidad, teniendo la capacidad de volver después a su longitud inicial. Es una capacidad física involuntaria, se nace con un grado de flexibilidad y con el paso de los años disminuye, o se pierde del todo si no se ejercita, igual que la fuerza o la resistencia. Todo trabajo físico equilibrado implica ejercitar las tres cualidades.

Cuando se empieza a hacer yoga en edad adulta comienza un trabajo de mantenimiento de la flexibilidad que se tiene, para empezar a recuperarla después progresivamente. Si realizas algún deporte este también condiciona el estado de tus músculos y se verá beneficiado.

Hay que aprender a no caer en la frustración si el proceso es lento, que por lo general lo es. Cada cuerpo es un universo y tiene ritmo propio, será un camino de largo recorrido, de trabajo constante, pero con grandes beneficios.

Lo importante es empezar a detectar los pequeños cambios que comienzan a producirse, ganar poco a poco terreno a la rigidez sin limitarnos mentalmente y aprender a escuchar a la musculatura.

Con frecuencia la verdadera flexibilidad que debemos trabajar está en nuestra actitud, porque ser flexibles es también algo mental. Realiza tu práctica con paciencia y cariño, sin forzar la máquina, disfrutando de la sensación de haber estado conectado contigo y de dar un pasito más lejos cada vez.

Te invito a realizar una de mis clases favoritas enfocada a flexibilizar las piernas, “El descanso del guerrero”; una práctica lenta y progresiva que te ayudará a liberar tensión en tren inferior, zona lumbar y a ganar elasticidad. ¡Que la disfrutes!


 

Carla Sanchez

Profesora de yoga en aomm.tv y actriz. Practica yoga desde niña. El entusiasmo por la expresión y la conexión con el cuerpo son característica de su carácter. Recibe formación en Hatha yoga en la ‘Escuela Internacional’, y en Vinyasa Flow en Nueva York con ‘Evolation’


 



Apan Vayu Mudra

La complejidad del yoga enmarca numerosas técnicas que apoyan el objetivo de crecer física, emocional y espiritualmente. Una de las más conocidas, pero quizá menos trabajadas en las clases de yoga en occidente, es la práctica de Mudras, o posiciones de manos.

Podría decirse que son auténticas asanas ejecutadas con las palmas y los dedos de forma que puedes practicarlos independientemente, o integrarlos dentro de una secuencia de yoga dinámicamente.

Son gestos sagrados destinados a potenciar determinados estados de conciencia. Se relacionan también con las cualidades de los chakras y ciertos aspectos de nuestra personalidad; tienen un efecto equilibrante y sanador íntimamente ligado a su significado, la traducción literal es “producir gozo”.

Con frecuencia dibujamos mudras con las manos sin ser conscientes de ello, posiciones que consideramos cotidianas están coordinadas por nuestra intuición y tienen su objetivo. Fomentan la atención y la intención por lo que hay una unión directa con la mente.

Hoy quiero hablarte de Apan Vayu. Es un mudra que quizá resulte raro o incómodo al principio, pero en pocos días practicándolo lo encontrarás confortable. Los dedos pulgar, medio y anular se unen en el centro, mientras que el índice se recoge hacia la palma y el meñique queda estirado.

Se asocia al chakra corazón o Anahata, elevando su vibración y los sentimientos. Esto tiene su reflejo en el plano físico, se vincula al buen funcionamiento del aparato circulatorio, al alivio de problemas cardíacos, y tiene también un efecto sobre el periodo menstrual.

En el plano mental aporta serenidad y equilibrio emocional, cultiva la auto confianza y nos ayuda a creer en la vida desde la ilusión.

¿Cómo practicarlo?

Puedes meditar sobre su significado amplificándolo. Busca una posición sentado que te resulte fácil de mantener por largo tiempo, por ejemplo Siddhasana, sentado en una silla con la espalda recta, o incluso con la espalda en la pared y las piernas estiradas. Forma la figura en tus manos para poner en ella toda tu atención y ten presentes los atributos de Apan Vayu.

Otra manera es aplicarlo a tus meditaciones cotidianas como complemento, o en los ejercicios de pranayama que más te gustan.

Dentro de la práctica más física de yoga resulta un añadido interesante, sin importar el estilo que estés haciendo, ya que aumenta la concentración y completa cada asana conectándola con la emoción.

Si padeces alguna afección cardíaca hazlo para generar paz interior; si estás en un momento emocional inestable también te ayudará a encontrar tu centro. Tus manos curan, no dudes en ejercitarlas a través de los mudras y utilizarlas con amor.

Namaste.

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