Los kramas en el yoga

Los kramas en el yoga
By: Carla Sanchez | Aug. 22, 2016
La palabra sánscrita Krama significa “paso” y está intrínsecamente ligada al estilo dinámico Vinyasa.
Si quieres saber más sobre el Vinyasa te invito a leer este otro post.
Los kramas plantean un procedimiento ordenado y coherente que traza una progresión, postura tras postura, con el objetivo de alcanzar un asana final de mayor complejidad. Podría decirse que la práctica en sí es una continua preparación.
Este sistema es único en el yoga y ayuda a comprender la conexión que existe entre asanas; mente, cuerpo y respiración trabajan en sincronía para lograr fluidez en el movimiento y tener conciencia plena en cada instante con el pranayama Ujjay como anclaje y motor.
Si desglosamos el significado de Vinyasa Krama el propósito de esta metodología queda muy claro. “Vi” significa variación y “nyasa” quiere decir parámetros recomendados, “es el método de yoga de variaciones con parámetros recomendados en pasos.” Esta combinación crea el yoga de la unión, lo físico, lo mental y lo energético cooperan para lograr la realización del ser y la paz interior.
La preparación de una postura compleja es fundamental, por un lado para evitar hacernos daño, y por otro para ejecutarla con la mayor precisión y conciencia posibles dentro del marco de nuestras propias limitaciones (edad, tiempo que llevamos practicando, lesiones, condición anatómica…). Los kramas nos proporcionan esa preparación.
Os invito a poner en práctica las cuatro posturas de fuerza y equilibrio del collage. La secuencia responde al sentido de los kramas, es decir, un asana organiza y dispone la siguiente. Practicad despacio y con paciencia, tratando de mantener cinco respiraciones en cada posición, si son menos no pasa nada. Se trata de descubrir la fuerza que hay en vosotros paso a paso.
¡Feliz práctica!
Mantén el espíritu de Año Nuevo
La lluvia repiquetea sobre el cristal de mi ventana. Purifica, limpia los restos de pasado reciente, de año viejo que se resiste a morir. Dentro, en casa, mi regalo de Reyes espera al pie del abeto. Deshago lazos, rasgo papel, cruje emocionante el celofán… ¡Aquí está!… Maravilloso, ilusionante y con olor a recién nacido…¡El año 2016!.
El nuevo juguete entre mis manos ofrece múltiples posibilidades…¿Cómo decidirme si de pronto he encontrado en mi interior el impulso necesario para tantas cosas?.
Confieso, yo también he caído muchas veces en la dulce trampa del mes de enero (vale, en la de las rebajas también ;)). Llenar mi agenda mental con tantos proyectos y buenas intenciones destruía la posibilidad de cambio real. ¿Resultado? Muerte prematura en febrero bajo el peso del: gym martes y jueves, piscina sábados, matrícula en la Uni, francés los lunes, viernes de inglés, cocina japonesa cada 15 días, viajar mucho, dormir más, las películas/libros pendientes, ver con frecuencia a amigos/familia, encontrarme casualmente al príncipe azul, dejar de hacer listas y simplemente vivir…
Tres cosas importantes y sencillas que aprendí:
1) Las personas necesitamos inicios (el del año, la primavera, el colegio, las vacaciones…) que nos permitan hacer borrón y cuenta nueva, re-ilusionarnos y crecer. Desgraciadamente, muchas veces, no logramos mantener en el tiempo ese espíritu positivo.
2) Creemos, ingenuamente, que el único equipaje necesario para esa nueva etapa es nuestra lista de buenos propósitos bajo el brazo. Olvidamos que perseverar es el único modo de lograr nuestras metas.
3) Afilar el lápiz de las buenas intenciones para elaborar una gran lista de objetivos no solo es contraproducente y estresante, sino que, a la larga, mina nuestra autoestima al no conseguir todo aquello que nos hemos propuesto.
Pequeña ayuda:
– Reflexiona sobre tus propósitos ¿cuántos son realizables desde un punto de vista realista?Analiza con la cabeza fría el tiempo, dinero o esfuerzo que podrás invertir en la consecución de tus objetivos, y si esto será suficiente para lograrlos.
– Sé sincero ¿cuántos son tus verdaderos deseos y cuántos son los deseos de otros que has adoptado como propios?
– Siente. Los anhelos auténticos siempre emocionan. Escúchate. ¿Sientes o no sientes esas hormiguillas estomacales de emoción? Desecha objetivos que no te produzcan ni frio ni calor.
– Una vez reducida tu lista (¡por escrito siempre mejor!) a uno, dos o tres propósitos, enfócate en ellos con todos tus sentidos. Tenlos mental y físicamente presentes (nota con imán en nevera, fondo de pantalla en ordenador…) para que te recuerden que la ilusión que te movió a elegirlos a principios de año es la misma que te ayudará a mantenerlos 365 días.
¡Feliz Año! Gran abrazo de osa y ¡sonríe!
