El Yoga del comer

El Yoga del comer

El Yoga del comer


By: Carla Sanchez  |  Jun. 06, 2016

Comemos al menos tres veces al día o más, pero ¿lo hacemos correctamente? El ritmo de vida que llevamos nos conduce con frecuencia a automatizar las comidas, a llevarnos cualquier cosa a la boca por las prisas, o incluso a renunciar a más de un almuerzo.

El yoga del comer, además de implicar la práctica de algunas asanas que mejoran el funcionamiento del aparato digestivo, es sobre todo una propuesta sencilla de cambio de hábitos a la hora de sentarte frente al plato y echar gasolina al cuerpo.

El yoga induce a hacer un ejercicio de observación consciente y constante a todos los niveles, y lo que comes no queda excluido. Prestar atención a tus costumbres te ayudará a mejorar la dieta y tus digestiones. Ahí van cuatro consejos muy sencillos que te servirán de guía para empezar:

– Comer es un placer, sé consciente de ello y concédele el tiempo que requiere. Puedes hacer algunas respiraciones antes de coger el tenedor para relajarte y disfrutar.

– Cada estación te invita a variar la dieta. Ahora que empieza el calor es momento de aligerar, toma más ensaladas, más pescado que carne y frutas ricas en agua.

Come frutas y verduras de temporada en la medida de lo posible; energéticamente es más equilibrado, contribuyes al cultivo sostenible y es más barato para el bolsillo.

– Con sentirte saciado basta. Trata de evitar la sensación de pesadez de tripa, indica que estás comiendo más de lo que necesitas y por lo tanto fuerzas el aparato digestivo.

La postura influye mucho. No es lo mismo comer sentado y sin la presión del reloj, que andar por la calle zampando un bocadillo mientras hablas por el móvil; a veces no hay más remedio, pero lo ideal sería dedicar a la comida el espacio que requiere.

Cuando comes de pie tu cuerpo está en tensión y listo para ponerse en movimiento. La zona abdominal está activada de forma natural y no favorece las funciones digestivas, para eso debes aflojar la musculatura tomando asiento.

Siéntate, pero hazlo bien, con la espalda derecha y los hombros suaves, el estómago largo, distendido y con los pulmones abiertos para respirar mejor cuando masticas y tragas.

Masticar despacio ayuda a digerir y a asimilar la energía de los alimentos. Si estás acompañado este proceso suele verse algo interrumpido por la conversación, aún así puedes mejorarlo. Si estás solo es un buen momento para “rumiar” el menú un poco más, saborearlo al máximo y, de paso, echar un cable a los jugos digestivos.

Pasadas tres horas tras la comida es momento de pasar la acción física y practicar posturas de torsión para favorecer la eliminación de los desechos y otras toxinas. Si quieres saber más sobre torsiones te animo a leer mi post sobre esta familia de asanas en este enlace.

Recuerda: “ El prana es el primer alimento que recibe el cuerpo, el aire, la energía vital. Aharah es el alimento físico, el fruto. No olvides que ambos mantienen la vida y son parte de ti”.

¿A qué esperas para practicar el Yoga del comer?


 

Carla Sanchez

Profesora de yoga en aomm.tv y actriz. Practica yoga desde niña. El entusiasmo por la expresión y la conexión con el cuerpo son característica de su carácter. Recibe formación en Hatha yoga en la ‘Escuela Internacional’, y en Vinyasa Flow en Nueva York con ‘Evolation’


 



Comer antes de una clase de yoga

Comer antes de una clase de yoga

Yo hago mucho ejercicio cada día, no solo asanas sino también deporte, por lo tanto mi apetito es alto y conocido por todos mis amigos. Varias veces a la semana asisto como alumna a clases de yoga por la mañana y ahí empieza mi conflicto; suelo despertarme con hambre a las 7:45 h pero la clase es a las 9:00 h, ¿de dónde sacar entonces una fuente de energía que me sacie levemente y no me haga sentir mal durante la práctica?

Créeme cuando te digo que lo último que quieres hacer es comer antes de una clase de yoga. A priori parece una obviedad que no se debe hacer ejercicio después de haber comido, sin embargo esta regla se rompe con frecuencia debido al frenético ritmo que llevamos. El efecto físico y energético de tener el estómago lleno cuando se está sobre la esterilla puede convertir tu rutina yogi en una experiencia non grata.

El yoga es pura actividad incluso si se está practicando un estilo más estático como el Hatha o el Iyengar. Está lleno de movimientos de tronco, flexiones hacia adelante, extensiones, torsiones y también inversiones. Practicar con la tripa llena es como un terremoto interno para la comida, que se revuelve caóticamente en el estómago y en los intestinos causando bruscas interferencias en el proceso de digestión. Como desagradable consecuencia inmediata puede aparecer acidez y gases, tanto hacia arriba en forma de molestos eructillos, como hacia abajo, incómodas flatulencias que se manifestarán más tarde.

Por otra parte, cuando hacemos la digestión el aparato digestivo requiere cierta quietud física y más energía; el cuerpo lleva sangre hacia esa zona para favorecerla y oxigenar. Hacer ejercicio cuando se acaba de comer es demandar al cuerpo algo enormemente confuso; frente a la quietud necesaria para digerir se incorpora movimiento y la necesidad muscular de más riego sanguíneo y oxígeno para responder al esfuerzo. Esto sencillamente hay que evitarlo, o una cosa o la otra, porque una mala digestión influye directamente en la absorción de nutrientes y puede marcar la diferencia entre alimentarte bien o mal, al margen del tipo de productos que consumas.

Cada persona tiene una relación distinta con la sensación de hambre. Hay quien la gestiona bien y puede pasar muchas horas sin ingerir alimento, otros no la soportan y tienden a comer cualquier snack basura antes de sentirse hambrientos por más de diez minutos seguidos, e incluso hay quien se pone de mal humor… el caso es que no es agradable. Mantener orden en las comidas te ayudará a controlarla y a gestionar el tiempo que debe transcurrir tras la ingesta.

Te daré algunos consejos para organizarte:

  • Planifica tu día y la hora a la que quieres practicar para concretar tu horario de comidas.
  • Si practicas por las mañanas puedes tomar un zumo de limón con agua templada hasta media hora antes de la clase. El limón no sacia pero es purificante y un verdadero chute de vitamina C.
  • El margen ideal para hacer yoga con respecto a la comida es de al menos 2h de distancia, idealmente 3h.
  • Si has comido carne la digestión es más pesada, por lo que deben transcurrir al menos 3h antes de practicar.
  • Si necesitas comer algo porque estás desfallecido trata de hacerlo al menos con 30 minutos de margen y preferiblemente frutos secos como almendras que contienen potasio y vitamina E, o una barrita de sésamo y miel, algo energético pero ligero para el estómago.
  • Fruta baja en acidez también es una buena opción para calmar la sensación de hambre, la pera o la manzana son perfectas.

Comer después de la práctica es un verdadero placer, sobre todo si ha sido intensa, es el momento de reponer energía y disfrutar de algo rico, pero respetando la hora del día y sin pasarte. Hay un dicho que encuentro muy acertado:

“Desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo”.

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