Estrés, la epidemia de nuestro tiempo

Estrés, la epidemia de nuestro tiempo
By: Carla Sanchez | Nov. 22, 2016
Se entiende estrés, del inglés stress, “fatiga”, como una reacción fisiológica del organismo en la que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenaza a corto plazo.
Existe un estrés positivo, ese que nos avisaba del peligro cuando el ser humano era cazador y la vida dependía de ello.
Sin embargo, ahora vivimos en ciudades, en un estado de bienestar del que a menudo no somos conscientes y los niveles de estrés son más acusados que nunca. En un entorno cada vez más exigente y competitivo, aprender a utilizar nuestras herramientas naturales para combatir la ansiedad que ello provoca se convierte en una necesidad básica.
El estrés es una respuesta natural y necesaria para la supervivencia. El problema comienza cuando el acelerado ritmo que llevamos lo convierte en una patología, la silenciosa epidemia de nuestro tiempo.
Si esta respuesta natural se da en exceso se produce una sobrecarga de tensión que provoca la aparición de anomalías, impidiendo el normal funcionamiento de nuestro cuerpo. Algunos ejemplos fáciles de identificar son los olvidos, las alteraciones en el ánimo, nerviosismo, ganas de llorar en cualquier momento, respiración entrecortada, falta de concentración o sueño interrumpido, entre otros síntomas.
El estrés es una patología emergente en el área laboral, siendo mayor el riesgo en puestos jerárquicos que requieren una exigencia y dedicación superior.
Cuando el problema se hace crónico está relacionado con los trastornos de ansiedad, reacción lógica frente a muchas situaciones, pero que manifestada de forma excesiva y sostenida, constituye una enfermedad en sí misma.
El efecto que tiene este torrente de adrenalina y tensión en el organismo es profundo. A medio plazo, un estado de alerta continuado desgasta las reservas energéticas y químicas del cuerpo y puede producir múltiples trastornos: trombosis, ansiedad, depresión, inmunodeficiencia, dolores musculares, insomnio, déficit de atención… etc.
* Una dosis de estrés fuerte durante un corto período de tiempo es suficiente para destruir varias de las conexiones entre neuronas en zonas específicas del cerebro.
* El estrés agudo puede cambiar la anatomía cerebral en pocas horas.
* El estrés crónico deriva en enfermedad exteriorizándose de formas diversas.
Tratar de detenerte un instante para observar cómo vives, cómo te sientes y tomar conciencia de ello es el primer paso.
El yoga y la meditación sin duda pueden ayudarte, ya que te abren una ventana de comunicación contigo mismo a todos los niveles, físico, mental y emocional.
Practicar diariamente y de manera ordenada te aportará el espacio personal que necesitas, aquel que es únicamente para ti y que te servirá para parar, tomar distancia de todo y observar con perspectiva tu forma de hacer las cosas, tus ritmos, aquello que te sobrecarga y lo que te hace sentir bien.
Si sufres estrés en alguna de las parcelas de tu vida, te invito a conocer nuestro nuevo programa de Meditación “Mindfulness para la vida cotidiana” creado por el Instituto Nirakara para Aomm.tv. Realmente puede ser un gran apoyo a la hora de mejorar ese estado y reducirlo a una expresión más sana y natural.
Namaste.
Las lesiones en yoga

Aunque el yoga nos ofrece un camino de bienestar, como en toda actividad física, también existe riesgo de lesión. Algunas estadísticas revelan que esta disciplina milenaria, creada para el crecimiento psicofísico y espiritual, es una de las principales causas de lesión en Estados Unidos. Cabe entonces hacerse la pregunta ¿qué estamos haciendo mal?
Las lesiones más frecuentes tienen que ver con un deterioro de los discos lumbares y cervicales, lo que implica una mala ejecución de flexiones de columna hacia adelante y extensiones hacia atrás; con problemas de ligamentos en las rodillas; y desgarros en la musculatura posterior de las piernas.
Anallicemos las razones por las que estos problemas se manifiestan repetidamente. Si te identificas con alguna de ellas toma nota y cambia el enfoque.
– Poner el piloto automático en yoga es una forma segura de machacar el cuerpo. Se trata de todo lo contrario, de prestar atención y aprender a modificar; sin conciencia no hay beneficios puesto que no hay autocorrección y, por lo tanto, tampoco mejoría.
– No debe haber dolor en la práctica, si lo hay es un indicativo claro de que algo se está haciendo incorrectamente y de que estás forzando la máquina. Consiste en percibir y adaptar las asanas de manera que te resulte más fácil ejecutarlas; poco a poco progresarás.
– No existe la perfección en yoga, lo importante es evolucionar en tu práctica hacia una mejor versión de ti; sea cual sea la sentirás con claridad a medida que profundices.
– También es frecuente una lesión psicológica, “compararse con el de al lado”. Estar pendiente de lo que hacen los compañeros hace que te exijas más de lo que quizá puedes dar, pidiendo al cuerpo demasiado.
– No te tomes muy en serio la palabra “desafío”. Es un concepto muy deportivo y se ha puesto de moda en las redes sociales generando una corriente competitiva a la hora de hacer las posturas, todos quieren mostrar al mundo una evolución estética en tiempo récord. El reto real es la motivación de mejorar, de aprender algo nuevo y no existe un tiempo ni un resultado específico para esto.
Mi conclusión es sencilla, el Ego es el origen de gran parte de los problemas físicos que derivan de la práctica de yoga, el “lo voy a hacer por narices”.
Es esencial recordar que competición es el antónimo de Yoga, una actitud competitiva a la larga crea desgaste y frustración. Eres maravilloso tal y como eres, no tienes que demostrar nada; el yoga te invita a conocer tu cuerpo, respetarlo y cuidarlo, a confiar y a comprender que la gracia y la belleza se manifiestan en ti de mil maneras. Descúbrelo sin prisas a través del proceso, siempre aprendiendo y recorriendo el camino de la vida misma.