La historia de los Anunnakis, ¿Creadores de la humanidad?

La historia de los Anunnakis, ¿Creadores de la humanidad?

Los Anunnakis son mencionados en antiguos textos sumerios como deidades poderosas que descendieron del cielo para influir en la civilización humana. Estos seres no solo guiaron a los sumerios en el desarrollo de su cultura, sino que también participaron en la creación y evolución de la humanidad. En este artículo exploramos quiénes eran los Anunnakis, sus características, y cómo su presencia ha sido interpretada en diferentes contextos históricos y culturales.

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¿Quiénes son los Anunnakis?

Los Anunnakis son una raza de deidades mencionadas en la mitología sumeria, consideradas como los hijos de Anu, el dios del cielo. Estas deidades eran veneradas por su poder y sabiduría, y se creía que gobernaban la Tierra y el inframundo. Los sumerios registraron en sus tablillas cuneiformes la existencia de los Anunnakis y su intervención en los asuntos humanos, atribuyéndoles la creación de la civilización a través de la transmisión de conocimientos avanzados en astronomía, agricultura, arquitectura y medicina.

El escritor e investigador Zecharia Sitchin popularizó la idea de que los Anunnakis eran seres extraterrestres provenientes del planeta Nibiru. Según Sitchin, estos dioses llegaron a la Tierra hace unos 450,000 años y, mediante ingeniería genética, crearon al Homo sapiens mezclando su ADN con el de los primates terrestres. Esta intervención tenía como objetivo principal utilizar a los humanos como mano de obra para extraer oro y otros recursos naturales.

En la serie Civilizaciones Antiguas, disponible en Gaia, se exploran estas teorías a través de diversas evidencias arqueológicas y textos antiguos, ofreciendo una visión fascinante sobre la influencia de los Anunnakis en la historia de la humanidad.

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Características de los Anunnakis según los textos antiguos

Los textos sumerios y otras tradiciones antiguas atribuyen a los Anunnakis una serie de características extraordinarias que los distinguen de otros seres mitológicos o históricos. Estas descripciones permiten entender mejor por qué fueron considerados figuras de poder y sabiduría superior.

  • Origen celestial: Se decía que descendieron del cielo, específicamente desde el planeta Nibiru, cuya órbita elíptica los conectaba periódicamente con la Tierra.
  • Tecnología avanzada: Poseían conocimientos técnicos superiores en campos como astronomía, medicina, ingeniería y arquitectura.
  • Apariencia imponente: Eran descritos como seres altos, con rasgos definidos, cabellos largos y barba, transmitiendo autoridad y divinidad.
  • Longevidad extrema: Se creía que podían vivir miles de años, lo cual se refleja en los largos reinados registrados en la Lista de Reyes Sumerios.
  • Capacidades genéticas: Según Sitchin, dominaban la manipulación del ADN y crearon híbridos humanos para tareas específicas, como la minería.
  • Rol de gobernantes: Gobernaban ciudades y regiones, estableciendo leyes y normas que estructuraron la vida social y política sumeria.
  • Influencia cultural duradera: Sus enseñanzas dejaron huellas profundas en la cultura mesopotámica, en prácticas religiosas, símbolos y estructuras arquitectónicas.

Origen y significado del término “Anunnaki”

El término “Anunnaki” proviene del acadio y se traduce como “los que descendieron del cielo”. A su vez, deriva del sumerio Anunna, que significa “los hijos de Anu”, el dios supremo del cielo en la cosmología mesopotámica. Este nombre refleja el carácter divino y celestial de estos seres, quienes eran vistos como intermediarios entre el mundo de los dioses y el de los humanos.

En las tablillas cuneiformes sumerias, los Anunnakis aparecen como figuras con autoridad para establecer el orden en la Tierra y el inframundo. Su presencia constante en los relatos míticos sugiere que no eran simples deidades locales, sino entidades con un rol fundamental en la creación, el destino y el gobierno del mundo humano y espiritual.

Los Anunnakis y la creación del ser humano

Uno de los aspectos más debatidos sobre los Anunnakis es su participación en la creación del ser humano. Según las teorías propuestas por Zecharia Sitchin, los Anunnakis habrían llegado a la Tierra hace unos 450,000 años con el objetivo de extraer oro para restaurar la atmósfera de su planeta, Nibiru. Para facilitar esta tarea, se vieron en la necesidad de crear una fuerza de trabajo adaptada a las condiciones del planeta.

Según esta visión, los Anunnakis utilizaron su conocimiento en genética para manipular el ADN de homínidos primitivos y combinarlo con el suyo propio. El resultado habría sido una nueva especie: el Homo sapiens. Este ser híbrido no solo era capaz de seguir órdenes y realizar tareas físicas, sino que también heredó parte de la inteligencia y habilidades técnicas de sus creadores.

Además de crear una nueva forma de vida, los Anunnakis habrían guiado su desarrollo cultural. No se limitaron a dar origen biológico al ser humano, sino que también sembraron las primeras nociones de organización social, espiritualidad y tecnología. Esto explicaría, para algunos investigadores, el rápido salto evolutivo y civilizatorio que se observa en los registros arqueológicos de Mesopotamia.

Manipulación genética y origen del Homo sapiens

La manipulación genética aparece como el punto central de la teoría sobre la creación humana por parte de los Anunnakis. Sitchin plantea que estos seres tenían la capacidad de alterar el código genético con precisión, un conocimiento muy por encima de lo que las civilizaciones antiguas podrían haber desarrollado por sí solas. Este acto de ingeniería biológica habría dado origen a una especie capaz de razonar, comunicarse y colaborar en actividades complejas.

Este nuevo ser, producto de una fusión entre ADN extraterrestre y terrestre, fue diseñado con un propósito funcional: servir a los Anunnakis en la minería y otras tareas. Sin embargo, con el tiempo, este híbrido habría adquirido conciencia de sí mismo y desarrollado capacidades que escaparon al control de sus creadores. Esto habría llevado a tensiones internas entre los propios Anunnakis respecto al futuro de la humanidad.

Conocimientos transmitidos a las civilizaciones antiguas

Además de su intervención biológica, los relatos sumerios indican que los Anunnakis compartieron una gran cantidad de conocimientos con los humanos. Estos saberes incluían astronomía, matemáticas, arquitectura y prácticas agrícolas que impulsaron el surgimiento de la civilización mesopotámica. Los templos, zigurats y sistemas de riego de Sumeria son vistos como evidencia de este legado avanzado.

Esta transmisión de conocimientos no fue aleatoria. Los Anunnakis habrían elegido linajes humanos específicos para continuar su enseñanza, dando origen a castas sacerdotales y reyes que gobernaban con autoridad “divina”. A través de estos intermediarios, las enseñanzas de los Anunnakis se integraron en la estructura social y espiritual de las primeras culturas humanas, muchas de las cuales continuaron venerándolos como dioses durante siglos.

Los Anunnakis en la Biblia y otros textos sagrados

Algunos investigadores sostienen que los Anunnakis aparecen en la Biblia bajo el nombre de los Nephilim. En el Génesis 6:4 se describe a estos seres como los “hijos de Dios” que se unieron con las “hijas de los hombres”, dando lugar a una raza de gigantes. Esta narrativa guarda similitudes con las historias sumerias, donde los dioses celestiales interactúan y se mezclan con los humanos, generando linajes especiales.

Otras tradiciones religiosas también contienen referencias a seres superiores que descienden del cielo para guiar o intervenir en los asuntos humanos. Textos apócrifos como el Libro de Enoc amplían estas descripciones, mencionando a los “Vigilantes”, entidades que enseñaron a la humanidad conocimientos avanzados. Estas coincidencias han llevado a algunos autores a proponer que las figuras sagradas en distintas culturas podrían tener un origen común en los relatos de los Anunnakis.

La conexión entre los Anunnakis y la Atlántida

La supuesta relación entre los Anunnakis y la Atlántida surge de la idea de que ambos representan civilizaciones altamente avanzadas que existieron en la antigüedad. Algunos teóricos afirman que los Anunnakis podrían haber sido los verdaderos fundadores de la Atlántida, transmitiendo su tecnología y conocimientos a los primeros atlantes. Esta hipótesis explicaría el nivel de sofisticación atribuido a esta civilización mítica.

Cuando la Atlántida fue destruida, según los relatos de Platón, algunos sobrevivientes habrían llevado consigo estos saberes a otras partes del mundo. Esto habría dado origen a nuevas culturas como la egipcia, la mesopotámica y las civilizaciones andinas. Desde esta perspectiva, el legado de los Anunnakis no terminó con la Atlántida, sino que se dispersó por todo el planeta a través de estas migraciones.

¿Siguen los Anunnakis en la Tierra hoy en día?

La posibilidad de que los Anunnakis aún estén presentes en la Tierra es una idea que ha cobrado fuerza entre ciertos grupos de investigadores y entusiastas. Según esta teoría, estos seres nunca abandonaron completamente el planeta, sino que continuaron operando desde planos ocultos o a través de élites humanas con las que estarían vinculados. Algunos incluso sugieren que influyen en la política, la economía y el desarrollo tecnológico global.

Sin embargo, no existe evidencia que confirme estas afirmaciones. La mayoría de los académicos considera estas ideas como especulativas. Aun así, el interés por la figura de los Anunnakis sigue creciendo, alimentado por textos antiguos, hallazgos arqueológicos y la creciente exploración de narrativas alternativas sobre el origen de la humanidad.



Qué son los chakras de la Tierra y dónde se ubican

Los chakras de la Tierra son puntos geográficos donde se concentra y distribuye la energía planetaria. Actúan como centros de poder que influyen en los ecosistemas y en la conciencia humana. En este artículo exploramos qué son y dónde se ubican estos centros desde la perspectiva de Matías De Stefano, quien ofrece una interpretación integradora del mapa energético terrestre.

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La Tierra como un ser vivo con centros energéticos

La idea de que la Tierra es un organismo vivo no es nueva. Diversas culturas ancestrales ya la consideraban una entidad consciente, capaz de sentir, transformarse y evolucionar. Esta visión es compatible con una comprensión energética del planeta, en la que cada zona tiene una función específica dentro de un sistema mayor.

Bajo esta perspectiva, los continentes, cordilleras, ríos y océanos no son elementos aislados, sino partes interconectadas de un cuerpo en movimiento. Así como un sistema nervioso regula el funcionamiento del cuerpo humano, la Tierra también posee una red energética que mantiene el equilibrio entre los distintos elementos del planeta. Este sistema se activa o debilita según el estado de conciencia de quienes lo habitan.

Los chakras de la Tierra son puntos de alta concentración energética que regulan el flujo vital del planeta. A través de estos centros circulan impulsos que afectan tanto a los ecosistemas como a las sociedades humanas. Comprender la función de cada uno permite no solo honrar el territorio, sino también alinearse con una forma de vida más coherente con el entorno.

Chakras planetarios y chakras humanos: una conexión energética

La relación entre los chakras humanos y los de la Tierra no es simplemente simbólica. Ambos sistemas comparten una estructura de siete centros principales, cada uno asociado a una función específica: supervivencia, creatividad, identidad, amor, expresión, visión y conciencia superior. Esta correspondencia confirma que existe una resonancia directa entre el cuerpo humano y el cuerpo planetario.

Cuando una persona trabaja en su desarrollo interior, también influye en el campo energético colectivo. Del mismo modo, los cambios en los chakras del planeta repercuten en los estados emocionales y espirituales de las personas. Esta conexión se fortalece cuando se visita conscientemente alguno de estos centros energéticos o se participa en prácticas que los activan.

Habitar un territorio no es un hecho casual. Cada persona nace en una zona con una frecuencia energética determinada, que le ofrece aprendizajes y desafíos específicos. Conectar con el chakra correspondiente al lugar en el que se vive brinda claridad sobre el propósito personal y colectivo, además de fortalecer el vínculo con la Tierra.

Los 7 chakras principales de la Tierra

Al igual que el cuerpo humano, la Tierra tiene siete chakras principales que canalizan su energía vital. Cada uno de estos centros se manifiesta en un continente específico y cumple una función clave en la evolución planetaria. En esta sección exploramos la ubicación y el significado de estos chakras desde la perspectiva de Matías De Stefano, quien los desarrolla en la serie Iniciación: Viaje al origen del Universo, disponible en Gaia.

  • Primer chakra: África como centro raíz del planeta

El primer chakra de la Tierra se encuentra en África, considerado el punto de origen de la energía vital planetaria. Este centro raíz representa la conexión con la materia, la supervivencia y la memoria ancestral. África sostiene la base energética de la humanidad y es el punto desde donde comienza a fluir la kundalini terrestre.

  • Segundo chakra: Asia y Oceanía como centros de energía creativa

El segundo chakra está asociado a Asia y Oceanía, zonas que funcionan como centros de procesamiento creativo y emocional. Esta energía se vincula con el movimiento, la fertilidad, los vínculos y la expresión de la vida en su diversidad. En este punto, la energía se transforma y se divide, generando impulso y expansión.

  • Tercer chakra: Sudamérica como plexo solar y centro de identidad

Sudamérica representa el plexo solar del planeta, donde la energía adquiere conciencia de sí misma. Este chakra está relacionado con el reconocimiento del ser, la voluntad y el poder personal. Es un territorio clave para gestar una nueva identidad colectiva, basada en la conexión con la Tierra y el despertar espiritual.

  • Cuarto chakra: Europa como el corazón energético del planeta

Europa representa el corazón de la Tierra, el punto donde se concentran tanto la expansión cultural como los procesos de integración y conflicto. Este chakra está vinculado al amor, la empatía y la capacidad de conectar con otros desde lo humano. Desde Europa han emergido movimientos que impulsaron la libertad, la ciencia y la cooperación, así como estructuras que también impusieron dominación. Su energía muestra la dualidad del corazón: la potencia de unir o dividir.

  • Quinto chakra: Norteamérica como el canal de comunicación global

El quinto chakra del planeta se ubica en Norteamérica, y se relaciona con la expresión, la tecnología y la proyección hacia el exterior. Es el centro de la comunicación global, donde se gestan mensajes, narrativas e innovaciones que influyen en todo el mundo. A través de este punto, la energía planetaria se traduce en acción, palabra e impacto colectivo. También representa el desafío de encontrar una voz auténtica en medio del ruido global.

  • Sexto chakra: Andes y regiones andinas como tercer ojo planetario

El sexto chakra, asociado al tercer ojo, se manifiesta en los Andes y regiones andinas de Sudamérica. Esta zona es clave para activar la visión espiritual y la percepción profunda de la realidad. En este territorio se guarda la memoria ancestral y se cultivan saberes que conectan lo humano con lo sagrado. Es un centro de conciencia que invita a ver más allá de lo visible y a despertar una nueva forma de mirar el mundo.

  • Séptimo chakra: Antártida como conexión con lo divino

La Antártida es el séptimo chakra del planeta, el punto más elevado en la escala energética, donde se ancla la conexión con lo divino y la conciencia universal. Su aislamiento, pureza y silencio natural lo convierten en un espacio de integración con lo más sutil del cosmos. Es un territorio sin apropiación, sin población permanente, lo que refuerza su carácter de portal hacia lo trascendente. Allí, la energía no se expresa con forma, sino con presencia.

Vórtices, líneas ley y portales energéticos: el entramado oculto del planeta

Además de los chakras principales, el planeta está recorrido por una red sutil de energía formada por líneas ley y vórtices. Estas líneas son rutas invisibles que conectan puntos de alta vibración y se cruzan en zonas consideradas portales energéticos. A lo largo de la historia, muchas culturas construyeron templos, pirámides y centros ceremoniales sobre estos cruces, reconociendo intuitivamente su poder.

Los vórtices energéticos actúan como puntos de activación o amplificación de la energía terrestre. Se localizan en lugares donde confluyen múltiples líneas ley y donde la energía circula con mayor intensidad. Algunos son ampliamente conocidos, como Machu Picchu, Uluru o las pirámides de Giza, y suelen estar rodeados de fenómenos naturales o espirituales difíciles de explicar desde lo racional.

Los portales energéticos no sólo están ligados a la geografía física, sino también a la conciencia colectiva. Se activan cuando las personas interactúan con ellos desde la intención, el respeto y la conexión profunda. Estos puntos funcionan como puentes entre dimensiones, facilitando experiencias de transformación personal y colectiva, así como el acceso a información o estados de conciencia más elevados.

¿Por qué están cambiando los chakras de la Tierra?

Según Matías De Stefano, los chakras de la Tierra no son estáticos; están en proceso de reconfiguración debido a cambios en la frecuencia del planeta. La energía que circulaba por ciertas regiones se está desplazando para adaptarse a una nueva etapa evolutiva. Este reajuste está relacionado con el despertar de una conciencia global más alineada con la cooperación, la unidad y la regeneración.

El movimiento energético responde tanto a ciclos cósmicos como a acciones humanas. Cuando las personas toman conciencia del territorio que habitan y lo reconocen como parte de un todo, activan procesos de sanación y transformación que impactan directamente en la red energética planetaria. Así, lo que ocurre en un lugar específico puede tener efectos en otras partes del mundo.

Este cambio también implica una nueva forma de relación con la Tierra. En lugar de buscar controlar el entorno, la invitación es a escucharlo, sentirlo y colaborar con él. Comprender el desplazamiento de los chakras planetarios ayuda a alinearse con esta transición, tanto a nivel personal como colectivo.

Cómo conectarse con la energía de los chakras terrestres

Conectarse con los chakras de la Tierra no requiere viajar físicamente a cada uno de ellos, aunque visitarlos puede potenciar la experiencia. La clave está en desarrollar una relación consciente con el territorio que se habita: observar su geografía, reconocer su historia y sentir su vibración. Cada lugar tiene una frecuencia específica y ofrece una enseñanza particular.

Existen prácticas que facilitan esta conexión: meditaciones enfocadas, trabajo con sonido, danzas circulares, ceremonias con la Tierra y actos simbólicos de gratitud o reparación. Estas acciones no solo activan la energía del lugar, sino que también despiertan memorias internas que estaban dormidas. El simple hecho de poner atención y presencia en un sitio ya genera un impacto.

Matías De Stefano propone que cada persona descubra cuál es el rol energético de su territorio y cómo puede colaborar desde ahí con el proceso global. Este enfoque no parte de la obligación, sino del reconocimiento: al comprender la función del lugar que habitamos, podemos alinear nuestras acciones con el propósito colectivo del planeta. Así, la conexión con los chakras terrestres se convierte en una vía para el despertar de una nueva humanidad.

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