Meditación en nuestro ser

Meditación en nuestro ser
By: Manshant Kaur | May. 17, 2016
Está cada vez más demostrado que nuestro cuerpo nos habla. Contracturas, problemas de piel o malestares abdominales que no parecen tener un origen orgánico pueden ser un mensaje de nuestro mundo emocional. Las dificultades que no somos capaces de verbalizar encuentran esta vía de escape. El cuerpo nos está diciendo algo, y nos conviene escucharlo.
Por esto es necesario aprender a desarrollar y poner en práctica técnicas que permitan traducir a nuestro lenguaje , lo que nos dice el cuerpo a través de los órganos.
“Meditar en nuestro ser” no es una tarea fácil, el aprender a observar nuestros pensamientos, y todo el proceso que lleva ese pensamiento hasta la materialización de su acción es algo que lleva tiempo y sobre todo que necesita de un compromiso por nuestra parte.
Pero cuando nuestros hábitos de conducta pueden cambiar, y el resultado es algo gratificante para nuestra vida, no hay duda que el esfuerzo que hayamos puesto en el camino, y todo lo que hayamos aprendido en el proceso es maravilloso.
Por ello voy a dejarte unos consejos para que puedas poner en práctica de manera sencilla en tu vida, a través de la escucha, la observación y la meditación en Tu Ser.
– Tomar Consciencia de que probablemente seamos personas muy vulnerables al estrés. El siguiente paso consiste en detectar aquellos síntomas que lo disparan, y poder desde la observación tratar de cambiar esos hábitos, o solamente mirarlos desde otro punto de vista, y tener una postura diferente ante la situación.
– Evitar al negación: si tu mente negativa toma fuerza ante ti, procura mediante la respiración profunda, calmar tus pensamientos, para que puedas aquietar ese ruido mental y escuchar lo que en verdad sientes, aceptarlo y continuar.
– Canalizar las emociones adecuadamente. Las personas que somatizan acostumbran a reprimir la tensión y las cargas afectivas negativas, de modo que van acumulándolas hasta que el cuerpo las señala.
– Mantener relaciones positivas, cálidas y amorosas con familiares, amigos y compañeros de trabajo. Sentir el amor a tu alrededor, poder dar y recibir es algo maravilloso para tu salud física y mental.
– Seguir un estilo de vida saludable: dieta adecuada, ejercicio físico regular, mantener una buena higiene del sueño… estar en contacto con la naturaleza y disfrutar de la energía del universo.
– Distribuir bien el tiempo: de este modo podremos aprovecharlo mejor, y podremos permitirnos un período para el disfrute personal, que favorecerá tu crecimiento en relación con la verdad en tu Ser, pudiendo transformar esos hábitos de conducta que te llevan a estados no deseados, a poder transmutar y conectar con tu esencia.
– Cultivar momentos de silencio: mediante la contemplación de un paisaje, o una meditación para volver luego a la vida con una mirada renovada.
“Las personas sanas son aquellas que saben realizarse desarrollando su humanidad y sus capacidades.”
Te animamos a que practiques la clase de Kundalini yoga 'Meditación en el Ser'.
Cuestión de flexibilidad
Muchos alumnos que empiezan a hacer yoga me dicen el primer día de clase: – ¡no tengo ninguna flexibilidad!
También escucho comentarios similares en conversaciones con amigos a los que intento animar a probar. ¿Quién dijo que para hacer yoga hay que tener una condición flexible?
Ser una persona elástica no es un requisito indispensable para acercarse a esta disciplina en ninguna de sus versiones, quizá sea más bien un objetivo a perseguir y no el único.
En términos físicos, la elasticidad es la propiedad mecánica de músculos, ligamentos y tendones, que al recibir una fuerza aumentan su grado de extensibilidad, teniendo la capacidad de volver después a su longitud inicial. Es una capacidad física involuntaria, se nace con un grado de flexibilidad y con el paso de los años disminuye, o se pierde del todo si no se ejercita, igual que la fuerza o la resistencia. Todo trabajo físico equilibrado implica ejercitar las tres cualidades.
Cuando se empieza a hacer yoga en edad adulta comienza un trabajo de mantenimiento de la flexibilidad que se tiene, para empezar a recuperarla después progresivamente. Si realizas algún deporte este también condiciona el estado de tus músculos y se verá beneficiado.
Hay que aprender a no caer en la frustración si el proceso es lento, que por lo general lo es. Cada cuerpo es un universo y tiene ritmo propio, será un camino de largo recorrido, de trabajo constante, pero con grandes beneficios.
Lo importante es empezar a detectar los pequeños cambios que comienzan a producirse, ganar poco a poco terreno a la rigidez sin limitarnos mentalmente y aprender a escuchar a la musculatura.
Con frecuencia la verdadera flexibilidad que debemos trabajar está en nuestra actitud, porque ser flexibles es también algo mental. Realiza tu práctica con paciencia y cariño, sin forzar la máquina, disfrutando de la sensación de haber estado conectado contigo y de dar un pasito más lejos cada vez.
Te invito a realizar una de mis clases favoritas enfocada a flexibilizar las piernas, “El descanso del guerrero”; una práctica lenta y progresiva que te ayudará a liberar tensión en tren inferior, zona lumbar y a ganar elasticidad. ¡Que la disfrutes!
