Meditar no es dejar la mente en blanco

Meditar no es dejar la mente en blanco
By: Lissi Sánchez | Oct. 20, 2016
Hay muchos malentendidos acerca de la práctica de mindfulness o Atención Plena, especialmente entre aquellas personas que desde hace poco dedican unos minutos al día a meditar y creen que consiste en sentarse a respirar y dejar la mente en blanco. Esta equívoca idea genera mucha frustración entre los principantes, ya que el cerebro humano funciona como una antena que constantemente recibe información.
Meditar no consiste en apagar el pensamiento, sino en observar cómo funcionan los hábitos de nuestra mente, y qué emociones provocan. Si perseveramos, poco a poco crearemos un espacio de desidentificación con el pasado y el futuro que nos permitirá dirigir la atención hacia el momento presente. La respiración puede servir de guía o ancla cuando nos sentamos a meditar, pero siempre aflorarán pensamientos que hay que dejar pasar. Hay días en que la mente se mostrará más agitada, no importa si llevamos dos días o veinte años practicando.
Lo más importante es la constancia, y sobretodo disfrutar la práctica en vez de esperar una transformación milagrosa. Precisamente, la Atención Plena consiste en salir de la ilusión del tiempo para experimentar plenamente el ahora, así que no te obsesiones con los resultados. También es fácil caer en otro malentendido: no debemos confundir la observación del ahora con el acto de pensar acerca del presente. El objetivo de la meditación, muy al contrario, es abandonar el espacio mental para poder sentir el cuerpo y las sensaciones sensoriales que nos regala la vida cada instante.
No es posible pensar y sentir al mismo tiempo. Por esta razón, cada vez que diriges tu atención al cuerpo y a la realidad circundante -sonidos, tacto, sabores, luz en movimiento- estás meditando. No es imprescindible que te sientes a meditar si te resulta tedioso, basta con que ejercites la facultad de dirigir tu atención hacia el momento presente, en vez de hacia aquello que ahora mismo no existe.
Esta facultad crece cuando la ejercitas: cada vez que sitúas tu atención en el aquí y ahora, estás reforzando tu capacidad de vivir plenamente. Además, la experiencia del momento presente activa las conexiones sinápticas vinculadas al bienestar y apaga las de la ansiedad. El mindfulness transforma nuestro cerebro; así lo han demostrado los expertos en neuroplasticidad.
No se trata de que practiques esta disciplina como si estuvieras en el ejército, por favor. Si sientes miedo, obsérvalo, acéptalo y abrázalo: una parte de ti te está llamando la atención porque quiere que te hagas consciente de ella y no la niegues. La aceptación, y sobretodo el dejar de emitir juicios acerca de lo que es bueno o malo, es el fundamento principal del descanso mental.
Pequeño tributo al espíritu navideño

Esta mañana he encontrado estos versos del Buda en un fantástico libro de Sharon Salzberg titulado “Amor Incondicional”. El poema se refiere a la práctica Metta Sutta del Budismo, conocida en Occidente como práctica de la compasión. Creo que estas palabras pueden ayudarnos a reflexionar acerca del origen y sentido de las fiestas que estamos celebrando, al menos a mí me han ayudado a recordar… ¡Feliz navidad a todos!
Así deben obrar
quienes ejercen la virtud
y los que conocen la vía de la paz:
habrán de mostrarse capaces y justos,
probos y cordiales en sus palabras.
Humildes sin jactancia,
complacidos y fácilmente satisfechos,
despojados de obligaciones y frugales en su
manera de vivir;
pacíficos y serenos, juiciosos y expertos,
desprovistos de orgullo y no exigentes por
naturaleza.
No harán la menor cosa
que más tarde el sabio reprobaría.
Desearán, con regocijo y firmeza,
el bienestar de todos los seres,
sean cuales fueren,
débiles o fuertes, sin omitir a ninguno,
grandes o poderosos, medianos,
menudos o diminutos,
visibles e invisibles,
los que viven cerca y los que moran lejos,
los nacidos y los que aún no vieron la luz.
¡Que todos se sientan a gusto!
Que ninguno engañe a otro,
ni lo desprecie, fuera cual fuese su estado.
Que nadie por ira o rencor
desee mal a nadie.
Como una madre protege con su vida
a su hijo, su único hijo,
así debe amar alguien de corazón infinito
a todos los seres vivos,
irradiar a todo el mundo un cariño
que se remonte a los cielos
y descienda a las profundidades,
por doquier y sin trabas,
libre del odio y de la malquerencia.
De pie o caminando, sentado o tendido
y exento de letargo,
tendrá presentes estos preceptos.
Tal es la conformidad sublime.
Carente de nociones inmutables y dotado de una
visión clara,
el ser de corazón puro que abandone
todos los deseos de los sentidos
no volverá a nacer en este mundo.
Palabras del Buda sobre el amor incondicional (Metta Sutta)