Yoga y alimentación consciente

Yoga y alimentación consciente

Yoga y alimentación consciente


By: Mariana Bacas  |  Aug. 09, 2016

Existe la creencia de que para practicar yoga hay que ser estrictamente vegetariano o vegano. La verdad es que la sensación en el cuerpo es más liviana, está verdaderamente flexible cuando no comemos carne.
Pero ser vegetariano no es comer sólo vegetales. Tenemos que reemplazar las proteínas y el hierro con otros alimentos. Necesitamos proteínas y amino ácidos (precursores de proteínas) todos los días para cumplir diferentes funciones. Fuentes de éstos son: quinoa, legumbres, frutos secos, brócoli, huevos y cereales.

Otro aspecto importante es la calidad de los alimentos que ingerimos. Lo ideal es que sean de procedencia orgánica, significa que no han sido tratados con agrotóxicos como herbicidas y pesticidas durante su producción y la tierra donde son sembrados tampoco tiene que haber recibido ese tipo de tratamiento. La tierra tarda varios años en purificarse y cuando es así se llama en transición. Si son de estación nos aseguramos de que sean frescos y estén en su maduración justa.

Los huevos son orgánicos cuando las aves han consumido cereales orgánicos y además han sido criados libres y no en jaulas. Esa carne también es de buena calidad y ocurre lo mismo con la de cualquier otro animal.

Un punto de controversia, para mi, son los alimentos transgénicos ya que la mayoría de los productos que consumimos lo son, han sido modificados genéticamente. Por ejemplo: las zanahorias no siempre han sido de color naranja, antiguamente eran moradas por fuera y anaranjadas por dentro o amarillas, al cruzarlas crearon las zanahorias color naranja, esto es una modificación genética y sin embargo continúan teniendo las mismas propiedades nutricionales con mayor o menor proporción de caroteno según la época del año en la que se siembra (las de verano tienen más color).
En la actualidad las modificaciones se realizan en laboratorios para aumentar el rendimiento, la resistencia a plagas y no se tienen en cuenta los efectos en el medio ambiente. Un caso claro es la soja. En muchos países se está implementando una ley para que los alimentos tengan información acerca de si son transgénicos o no y así el consumidor pueda elegir. Creo que es un tema para debatir ampliamente.

Estar informados, elegir los alimentos y tomarnos tiempo para cocinar y para comer hace que estemos en contacto con nosotros y que podamos identificar qué nos hace bien para cada época del año y para cada momento de nuestra vida.

“Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”. Hipócrates


 

Mariana Bacas

Osteópata, Profesora de Yoga y Tecnóloga en Industrias Alimentarias.


 



Los problemas no se resuelven

Los problemas no se resuelven

Uno de los grandes beneficios que aporta la práctica de mindfulness es que, al aquietar nuestra mente, progresivamente nos permite darnos cuenta de cómo funciona ésta. La observación del pensamiento poco a poco nos descubre un fenómeno asombroso: nuestra atención -el foco donde posamos nuestra consciencia- constituye una fuente de creación continua.

Nuestro cerebro, sin embargo, nos engaña al respecto. Se empeña en resolver determinados problemas o conflictos que percibimos como tales. Resulta fascinante observar esta paradoja mental: somos nosotros quienes creamos un problema al percibir una circunstancia como negativa, al emitir un juicio sobre lo que es bueno o malo. Por eso mismo, el mindfulness nos invita a abandonar los juicios, a contemplar la realidad sin emitir valoraciones subjetivas. A suspender las creencias para empezar a sentir el presente, en vez de pensarlo.

¿Qué sucede una vez emitimos un juicio negativo? Inmediatemente después de crear este supuesto problema, nuestro cerebro considera que debe dirigir toda su atención hacia dicho conflicto, con idea de resolverlo. Pero la atención concedida al problema lo único que consigue es perpetuarlo, pues lo crea en nuestra consciencia. Nos ofuscamos en dar vueltas y más vueltas a una circunstancia creyendo que hallaremos una solución futura, o especulando sobre lo que podría pasar, pero ese laberinto mental constituye la creación misma del problema.

Los problemas no se resuelven sino que se disuelven

Aseguran muchos sabios budistas que cuando nuestra atención se dirige hacia el presente, ese supuesto problema simplemente deja de existir en nuestra mente. ¡Se desvanece! Es muy simple entenderlo pero muy complejo ser consecuente con esta práctica, debido a que nuestro ego es ignorante y se resiste a silenciarse, cree que puede obtener las respuestas. Pero la rueda del conflicto proseguirá girando mientras intentemos resolverla, mientras le concedamos atención. Haz la prueba: concéntrate en sentir el presente y el malestar se disolverá.

David Bohm, un célebre físico cuántico que sostuvo numerosas conversaciones con el filósofo hindú Jiddu Krishnamurti, aludía a los mecanismos de nuestra mente de la siguiente manera:

“Realidad es aquello que tomamos por verdad. Tomamos por verdad aquello en lo que creemos. Lo que creemos se basa en nuestras percepciones. Lo que percibimos depende de lo que buscamos. Lo que buscamos depende de lo que pensamos. Lo que pensamos depende de lo que percibimos. Lo que percibimos determina lo que creemos. Lo que creemos determina lo que tomamos por verdad. Y lo que tomamos por verdad es nuestra realidad”.

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