¿Soy una semilla estelar?

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Si alguna vez has mirado al cielo nocturno y has sentido una conexión con un planeta brillante o un cúmulo de estrellas resplandecientes, puede que estés sintiendo la conexión de tu alma con una vida pasada o futura. Dado que eres polvo de estrellas y has sido infundido con la luz divina, podrías sentir esta conexión profundamente en tus huesos. ¿Es esto una ilusión? ¿O has nacido de una estrella lejana, eres un verdadero descendiente de un cuerpo de luz o planeta lejano, una semilla estelar?

Tras cientos de años de análisis y, últimamente de evaluaciones más precisas, se estima que hay más de 10.000 millones de galaxias en el Universo conocido.

Algo parecido a una ecuación como esta:

10.000.000.000 X 100.000.000.000 = ¡1.000.000.000.000.000 DE ESTRELLAS!

Hay mil millones de estrellas en el Universo observable. Aunque ese número es enorme, imagina los miles de millones de reinos y planetas que están ocultos a la vista. Imagina las distancias que aún tenemos que recorrer. Considera la posibilidad de que el tiempo no existe, y de que toda la materia cambia o se expande en cada momento. ¿Podría ser que el número de estrellas, galaxias, planetas y reinos sea dinámico y, por tanto, incalculable? Esto haría que su nacimiento en la Tierra fuera un acontecimiento planificado, una elección previa al nacimiento o una casualidad.

Cuando nos preguntamos por nuestros orígenes, podríamos considerar que la Tierra es uno de los muchos experimentos, durante una época en la que colaboraciones de razas alienígenas sembraron estrellas y planetas para hacer crecer nuevos mundos. Cuando morimos y elegimos reencarnarnos, parece que tenemos muchas opciones. Como almas amorfas y viajeras, no sólo tenemos que considerar este planeta, sino muchos otros a lo largo de los miles de millones de galaxias, reinos y universos, y dentro de muchos continuos del espacio-tiempo. Es así como nuestras almas pueden haber nacido mil veces en mil galaxias diferentes. También podríamos estar viviendo vidas simultáneas y conjuntas en una variedad de lugares, y dentro de varias plataformas de espacio-tiempo.

La Tierra es un planeta tridimensional, estable y en evolución, con un equilibrio igual de experiencias físicas y angélicas. Debido a esto, millones de semillas estelares pueden haber elegido vivir entre nosotros, esperando servir o beneficiarse de nuestro estilo de vulnerabilidad, de los ciclos kármicos de renacimiento de la Tierra y de la continua expansión de nuestro planeta.

¿Cómo se ha informado el ser humano sobre las semillas estelares?

Las ideas y conceptos en torno a las semillas estelares nos llegan a través de canalizadores y videntes que se conectan regularmente con los registros akásicos. Estos registros comprenden las impresiones energéticas de todas las intenciones, pensamientos, emociones, relaciones, creaciones y eventos que han ocurrido en todas las razas, en todos los reinos y en todo el espacio-tiempo. Mientras que mucha de esta información es relativamente fácil de canalizar y comprender, hay varias perspectivas sobre cómo las semillas estelares vienen a la Tierra y los muchos tipos de semillas que existen.

¿Qué es una semilla estelar?
Según los canalizadores, las semillas estelares son seres espirituales avanzados, procedentes de otros planetas y reinos, que poseen conocimientos espirituales y científicos que se remontan a cientos de miles de años. Parece que mientras la mayoría son seres benévolos que buscan ayudar a todos los seres vivos a través de todos los reinos y universos, algunas semillas estelares buscan controlar los recursos interplanetarios para el beneficio de sus planetas de origen.

La mayoría está de acuerdo en que son almas viajeras de otros planetas que encarnaron en la Tierra para inspirar, curar a los seres humanos, y participar en la evolución del planeta. También es posible que sean descendientes físicos de alienígenas de otros mundos, que viajaron a la Tierra para ser trabajadores de la luz en nuestro planeta.

Las semillas estelares también podrían haber nacido a través de la concepción entre consciencias, nacimientos vírgenes, similares a las historias sobre Jesús. Otra posibilidad es que cualquier alma pueda convertirse en una semilla estelar cuando otra le infunde luz intencional. Esto puede ocurrir cuando las almas están en el útero o en cualquier otro momento de sus vidas.

En cualquier caso, parece que las semillas estelares existen, de una forma u otra. Puede que nunca sepamos qué conceptos de las Semillas Estelares se acercan más a la verdad.

¿Cómo saber si eres una semilla estelar?
Es posible que tengas la sensación de que vienes de algún lugar más allá de este planeta, puede imaginar tu apariencia física de vidas anteriores, en otros mundos. Tal vez fantasees con la vida en otras galaxias con la esperanza de encarnar en otro lugar en futuros nacimientos. También puede que te preguntes cómo llegaste aquí y si alguna vez volverás. Incluso con estos sentimientos reales de alineación con otros mundos, puede que nunca sepas si eres o no genuinamente una semilla estelar.

Todos buscamos pertenencia, alineación o parentesco con una persona, familia, grupo, cultura o sociedad. Para llenar nuestro corazón e inspirarnos, anhelamos la aceptación y la conexión. Para ayudarnos a identificar a qué lugar pertenecemos, nos adornamos con etiquetas que nos hacen sentir especiales o únicos. Podemos decir: “Soy un siete en el Eneagrama”, o “soy un católico en recuperación”, o “soy un demócrata conservador”. Incluso podríamos decir: “Soy una semilla estelar, pleyadiana, para ser exactos”.

Tanto si se basan en la verdad como si no, nos encantan nuestras auto-identidades temporales: las construcciones de personalidad con las que creamos nuestros personajes, relaciones y vidas. Cuando los títulos y arquetipos tradicionales nos fallan, buscamos en otra parte, incluso en las estrellas.

Esto no quiere decir que tu realidad como semilla estelar sea incorrecta. Es para ofrecer la idea de que algunas, si no todas, de nuestras identidades de nacimiento, imaginadas y asumidas podrían ser ilusiones.



Ten el valor de quitarte las máscaras

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Te estarás preguntando ¿máscaras?. Todos llevamos mascaras que fuimos armando en nuestra infancia y adolescencia. Ellas nos ayudaron a “sobrevivir” en nuestro entorno, nos permitieron adaptarnos y nos protegieron ante todo eso que percibimos como amenaza.

Muchas veces estamos tan acostumbrados a esas formas de pensar, sentir y actuar que las vemos como parte nuestra inseparable, se quedan adheridas a nuestra personalidad, tapando nuestro verdadero Ser.

Al crearse desde la infancia, éstos son mecanismos inconscientes y cumplen esa función adaptativa, por lo que no es necesariamente algo perjudicial. Nos adaptamos para ser aceptados en los grupos de pertenencia.

“Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida y tú le llamarás destino” Carl Jung.

Sin embargo, estas máscaras son solo accesorios que utilizamos con diferentes funciones. Ninguna de ellas somos nosotros realmente. Nos ayudaron a ser aceptados y a sentirnos amados.

Aquí te dejo algunas pistas que te permitirán identificar cuáles son las que más utilizadas:

  • La niña buena: aprendió a portarse bien siempre para ser aceptada. Es la que nunca causa problemas, la que siempre se adapta. Le cuesta poner límites o dar su opinión por miedo a no tener la aprobación. Busca el afecto a través de la dulzura y de satisfacer al otro, sin confrontación.
  • La guerrera: Su armadura y fortaleza le permitió salir airosa de grandes adversidades. Permite apartar el miedo y la indecisión que puede sentir para tomar el mando. Muchas veces, es avasallante y controladora.
  • La indiferente: es apacible pase lo que pase en el exterior. Es un personaje que se defiende de las amenazas externas ocultando su sufrimiento. Suele generar distancia en sus relaciones, no profundiza. Es conciliadora y evita tomar partido o decisiones para no generar rechazo en los demás. Trata siempre de pasar desapercibida.
  • La salvadora: Necesita salvar a todas las personas, es algo muy personal. Todo problema del que se entera, quiere solucionarlo y ser reconocida como salvadora, aunque luego, le cuesta aceptar los créditos. Es una persona que le cuesta crear una vida que ame, que disfrute, ya que siempre está atenta al exterior.
  • La sufridora. Aprendió que en la vida todo son desgracias y que la forma de buscar el amor de los demás y su atención es a través del victimismo. Suele buscar quién la salve y evita tomar decisiones que la saquen del sufrimiento. No importa la etapa de vida en la que se encuentre, se queja constantemente.

Te compartimos éste programa de Gaia en el que Enriqueta Olivari, nos dice que el amor no proviene de afuera, sino que la respuesta se halla dentro de nosotros. No hay que temerle a la soledad, ni buscar el apego, nos dice en esta conferencia internacional.

Relaciones afectivas sanas

  • La dura: suelen ser muy sensibles y su dolor es parecer débiles y ser heridas. Han aprendido a mostrarse poco emocionales e incluso, agresivas.
  • La eterna feliz: suelen tener más dificultades para aceptar emociones como la tristeza, la rabia o la pérdida. Fingen que todo está bien con una amarga sonrisa. Una huida hacia delante de sus emociones.
  • La chistosa: aprendieron con humor a huir de sus emociones. Es una máscara similar a la anterior que, además, puede creer que los demás no le aceptarán si un día deja los chistes y ser fuente de alegrías o risas para los demás.
  • La controladora es alguien que ha sido traicionado previamente. Ante ese dolor la persona desarrollará una conducta que le permitirá asegurarse de que los demás cumplan sus promesas. Tiene una cara oculta: la inseguridad. Por ello, controlarlo todo es primordial, a veces, de forma incluso exagerada. La máscara le protege del dolor de una nueva traición, mientras intenta evitar que suceda de nuevo.
  • La rígida: puede haber sufrido anteriormente una situación de suma injusticia. Ante este hecho se vuelve inflexible buscando siempre la justicia y la exactitud de las cosas. Se termina transformando en una persona perfeccionista, tanto que llega a ser una actitud obsesiva si no es consciente de lo que hace.
  • La dependiente: puede que haya atravesado un dolor fuerte por el sentimiento de abandono. Esta herida le provoca el desapego hacia cualquier persona para no sentirse abandonado de nuevo. Esto evita que se tomen en serio cualquier relación y rechazan la idea de vivir con alguien.
  • La que huye o no se compromete: suele huir y rechazar estar en compañía. Prefiere la soledad, los momentos de calma. Rechaza totalmente ser el centro de atención, algo que le aterra.  Los que huyen no soportan no saber cómo actuar en determinadas situaciones, pasar vergüenza o sentirse perdidos. Simplemente, porque para evitar que los demás la rechacen.
  • La masoquista mental o emocional: Esta actitud viene dada por un sentimiento de humillación y vergüenza persistente en su infancia. Su actitud siempre es la de resolver los problemas de los demás, haciendo todo por ellos mientras se rebaja y se humilla. Esta máscara, no es como las anteriores que evitan o intentan escapar de sus heridas, ésta mascara se enfrenta a aquello que le duele en la búsqueda de más dolor porque es su zona de confort, lo conocido y le es inconcebible cortar el círculo vicioso.

Estas máscaras son creadas desde una desconexión de nuestras emociones, porque era muy doloroso lo que atravesamos y necesitamos crear mecanismos de defensa automáticos para moldear nuestro Ser al entorno.

Pero, ¿cómo podemos sanar y ser auténticas? por medio de un proceso alquímico que refine el cuerpo, el alma y el espíritu para poder llevarlos a su estado más elevado, también llamado solve et coagula.

Muchos creen que la alquimia es una antigua pseudociencia obsesionada con convertir el plomo en oro. Pero, cuando entendemos los secretos que subyacen a las metáforas, se desprende la transformación espiritual y la evolución del alma que están en el corazón de esta práctica. Es justo este tema el que abordamos en el nuevo el episodio de nuestra serie original “Enseñanzas ocultas” en el que la Dra. Theresa Bullard nos enseña los pasos de este proceso.

Es necesario comenzar a Re-Conocernos, volver a nosotras mismas y entender quienes estamos siendo.  Al comprender desde dónde fueron creadas estas máscaras, podemos tomar responsabilidad por la vida que queremos crear y disfrutar.

Despierta tus semillas de consciencia, para ver tus heridas y que puedas aceptarlas y empezar a desarmar las mascaras quitándoles el poder desde la propia elección consciente, perdonando y perdonándonos a nosotros mismos, así como aprendiendo a amarnos a nosotros mismas con todas nuestras partes, reconociendo nuestra divinidad y la de los demás.

Empieza a observar tus reacciones, si ese sentimiento dura más de 15 minutos, es muy probable que se haya activado una vieja herida que tenga su origen en tu infancia.

Quítales la atención, energía y el poder a las máscaras, así podrás inspirar a otros y compartir desde tu genuina esencia, aprender qué te mueve, qué te ayudó, qué podes aportar al mundo y cómo contribuir en el camino de los demás desde quien eres realmente.


Te compartimos éste episodio de nuestra serie original Enseñanzas Ocultas si es te interesa ahondar más en el tema

La alquimia de las relaciones

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