Comer o no comer carne

Comer o no comer carne

Ser vegetariano o no serlo. Comer la carne de los animales o no hacerlo. Es una cuestión que parece ir más allá de una forma de vida, una moda o un mero tema de debate socio-cultural.

Sin ánimo de caer en moralismos éticos de ningún tipo, es un tema digno de reflexión: ¿De qué nos estamos alimentando? ¿Qué “gasolina” le estamos dando a nuestro cuerpo para que se mantenga vivo? ¿Es posible que algunos tipos de cáncer puedan haberse desarrollado en nuestro organismo a raíz de la carne animal? Sólo como ejemplo: el color rojizo-rosado de los filetes ¿es natural? Bueno… teniendo en cuenta que se trata de un filete de carne proveniente de un cadáver que se encuentra en estado de putrefacción (puras leyes de la naturaleza) lo lógico sería que su coloración fuera de un verde-grisáceo ¿No? Esto se debe al tratamiento con nitrito: un componente altamente cancerígeno.

Este tema se ha tratado en los medios de comunicación desde distintos puntos de vista. El primero, con la inquietante y no menos alarmante noticia: La OCU detecta dos marcas de hamburguesas que contienen carne de caballo. Si bien es verdad que no es nocivo su consumo para el ser humano, también lo es que se trata de una clara señal que lo que contienen las hamburguesas solo lo sabe el que la pica… por lo que parece que lo más conveniente si vamos a darnos el gusto de comer una hamburguesa, es que elijamos nosotros la pieza de carne a picar en la carnicería.

En segundo lugar nos encontramos con este titular: La dieta vegetariana protege el corazón. Tras esta afirmación hay un estudio elaborado entre mediados de los años 90 hasta finales de 2009 por Francesca Crowe, investigadora de la Universidad de Oxford, en el que “se realizó un seguimiento a casi 45.000 voluntarios de Inglaterra y Escocia, 15.000 de los cuales no comían ni carne ni pescado… Los resultados de su seguimiento pusieron de manifiesto que las posibilidades de padecer un problema de corazón se reducía nada menos que un 32% en los voluntarios que confesaban seguir una dieta mediterránea“. Y aquí es dónde lanzo mi pregunta: ¿Acaso el problema no está en la calidad de esa carne o pescado, más que en la cantidad? Seamos honrados con nosotros mismos y responsables en lo que a nuestra salud se refiere, parémonos un segundo a pensar si realmente elegimos bien los alimentos que nos llevamos al cuerpo.

Estas y otras cuestiones son abordadas por el escritor neoyorquino Safran Foer en su obra literaria “Comer animales”. Recomiendo con gran energía su lectura o al menos las referencias sobre él. Para que nunca podamos lamentarnos y decir “yo no sabía”.

Este hombre ha vivido investigando y estudiando durante los últimos años los distintos procesos por los que pasan los animales hasta que su carne termina en nuestro plato lista para comer. Analiza el daño medioambiental que producen las factorías cárnicas y cómo la industria alimentaria está perjudicando la salud humana. Este último punto ha de sensibilizarnos especialmente: ¿Es posible que nuestro cuerpo se esté envenenando poco a poco al comer carne proveniente de maxi factorías en las que el trato que recibe el animal y lo que a éste se le da de comer es de dudosa calidad?

Os animo a leer la entrevista y el reportaje de Safran Foer, en el que se explaya profundamente sobre este delicado tema basándose en datos reales, no en teorías, no en hipótesis…

Y como recomendación personal la película Food Inc.

Nunca volveréis a ver la carne de la misma forma. Comamos carne pero no a cualquier precio. Es posible que como estas cuestiones, os puedan venir muchísimas más a la mente. No las dejes pasar, llega hasta el final de tus pensamientos y descubre la verdad, serás libre, serás feliz.

Olga Castañeda es experta en nutrición y colaboradora de Gaia. Si quieres leer más artículos de Olga también puedes visitar su blog www.vivetucuerpo.com



¿Proteína o carbohidrato?

Con el título de hoy no pretendemos poner al lector en la tesitura de elegir entre comer un sabroso bistec o un delicioso plato de pasta, sino señalar la importancia de separar la ingestión de dichos alimentos en las comidas.

O comemos carne o pasta, pero no espaguetis con salsa boloñesa. Es un hecho comprobado científicamente que para digerir cualquier proteína de origen animal, el estómago debe secretar una enzima digestiva llamada pepsina, la cual solo puede funcionar eficientemente en un medio ácido, y esto es necesario durante varias horas, hasta que el alimento ha sido digerido completamente, y el bolo alimenticio ha abandonado el estómago, siguiendo su camino hacia el intestino.

También está demostrado que para digerir cualquier hidrato de carbono o fécula, se necesita todo lo contrario, es decir un medio alcalino. De hecho, la digestión de los carbohidratos comienza en la boca, cuando las glándulas salivales segregan otra enzima, ptialina y otros jugos alcalinos.

Cuando la comida llega al estómago, es necesario que la alcalinidad continúe para completar la digestión. Es fácil comprender el desastre que ocurre cuando se ingieren proteína e hidratos de carbono en la misma comida.

El estómago debe segregar simultáneamente jugos ácidos y alcalinos que se neutralizan entre sí y no puede digerir correctamente ni una cosa, ni la otra. En consecuencia, las proteínas se pudren, y las féculas fermentan.

La putrefacción y la fermentación son las causas principales de todo tipo de problemas digestivos, como gases, ardor, hinchazón, estreñimiento, colitis, etc. Muchas alergias son también consecuencia de la mala combinación de alimentos.

Para protegerse de la irritación tóxica crónica causada por las comidas mal combinadas, el colon segrega grandes cantidades de mucosidad para envolver las partículas tóxicas antes de que dañen su sensible mucosa.

Cuando esto sucede en todas las comidas, de manera habitual, como es el caso de la dieta moderna occidental, el intestino grueso acaba segregando un flujo constante de moco, que se acumula y se incrusta en las paredes del colon, produciendo una bolsa que se hincha hacia el exterior, provocando lo que se llama una diverticulosis.

Las siguientes etapas del deterioro del colon son la colitis y el cáncer. Si se desea combinar proteínas animales con otro alimento, la mejor elección son verduras y hortalizas, y el mejor modo de consumirlos es frescos en forma de una abundante ensalada.

La mejor combinación para los hidratos de carbono, (preferible que sean cereales integrales) son las frutas no ácidas y verduras frescas crudas o ligeramente cocidas. Las proteínas concentradas de origen animal no deberían entrar en más de una comida al día. Igual ocurre con los hidratos de carbono. Además, lo ideal para asegurarse una correcta digestión y asimilación de todos los nutrientes, es separar la ingestión de proteínas y féculas por un mínimo de 10 horas.

Por ejemplo, puedes hacer el desayuno a base de cereales: unas tostadas de pan integral con un poco de aceite de oliva, o un paté vegetal. Nada de zumo de naranja ni leche de vaca. Sustitúyelo por una infusión, te o café, solo o con leche de cereales.

Las proteínas las tomarás por la noche, te recomendamos el pescado azul como fuente de omega3, acompañado de una suculenta ensalada a base de hortalizas frescas o una guarnición de verduras.

¡Olvídate de las patatas fritas o el pan para empujar!.

Una última recomendación para disfrutar de una digestión más ligera y saludable es no tomar bebidas frías o con hielo. Al llegar al estómago inhiben la secreción de los jugos gástricos, con lo que interrumpen la digestión y desencadenan la putrefacción y fermentación del alimento en el estómago. Lo cierto es que cualquier bebida tomada en grandes cantidades con la comida, diluye los jugos gástricos y dificulta la digestión. En algunos países orientales es habitual acompañar la comida con un te o infusión caliente. El agua a temperatura ambiente es una magnífica opción. También lo son el vino y la cerveza, siempre que no estén fríos, ya que son bebidas fermentadas que tomadas con moderación facilitan la digestión.

Somos conscientes de que los hábitos alimenticios son muy difíciles de cambiar. Al principio puede resultar duro renunciar a una tortilla de patatas, arroz con pollo, o un buen bocadillo de jamón serrano. Pero cuando se convierte en lo habitual y comenzamos a sentir los beneficios en nuestro cuerpo, nos damos cuenta de que el esfuerzo ha valido la pena. Además un huevo frito con una buena ensalada también resulta delicioso.

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