Toma tomate: mima y protege tu piel

Toma tomate: mima y protege tu piel
By: Gaia Staff | Jun. 25, 2014
Amantes del sol, adoradores del astro rey, atención porque esto os puede resultar muy interesante. La radiación ultravioleta de los rayos solares es el mayor factor individual de envejecimiento de la piel: arrugas y manchas que pueden echarnos unos cuantos años encima. La piel es el órgano más grande y más extenso del cuerpo, el que más se ve exteriormente y ven los demás. Dicen que la cara es el reflejo del alma, y añadimos: que la piel es el reflejo de nuestros años y sus excesos.
La exposición cotidiana a la luz del sol es la que más daño ocasiona, por lo que ahora, en pleno verano, hemos de ser más cuidadosos. Pero tenemos un aliado invencible para luchar contra los efectos malignos de los rayos ultravioleta, causantes de antiestéticas manchas y arrugas en nuestra piel: EL TOMATE.
La sustancia que hace tan especial al tomate es el licopeno: un pigmento vegetal que aporta ese color rojo tan característico y que el cuerpo humano no sintetiza naturalmente por lo que debe consumirlo a través de la alimentación.
FACTOR TOMATE
En estas fechas estivales numerosas marcas de protectores solares saturan las estanterías de los comercios, haciéndonos pasar largas horas debatiendo cual será la mejor. Pero esto podría terminar. El ingrediente secreto del tomate, el licopeno, actúa del mismo modo que las cremas, incluso mejor.
El factor de protección solar es una indicación de cuánta de esa radiación bloquean. Por ejemplo, el factor 10 bloquea el 90%, el 30 casi el 97%. Y el licopeno está en esta 2ª categoría.
¿TODAVÍA MEJOR EL ‘KETCHUP’?
Los tomates crudos contienen licopeno en abundancia, así como la sandía, la papaya o el pomelo rosa. Pero ahí va lo curioso del asunto: cocinar los tomates con un poco de aceite aumenta considerablemente la cantidad de licopeno disponible. Por dos motivos:
1º Al cocinar los tomates se descomponen las paredes celulares y se libera el licopeno
2º El licopeno se disuelve en grasa y no en agua.
Ya lo sabéis: las salsas de tomate, en las que incluimos el kétchup, son excelentes fuentes de licopeno
UNA RECETA
Calentamos un par de tomates, con SU PIEL, en un poco de aceite de oliva hasta que se ablanden y se deshagan. Añadimos unas hojas de albahaca fresca. Servimos sobre una rebanada de pan caliente impregnado previamente en ajo…
Puro placer… y conservaremos una piel fresca y juvenil ¡Toma tomate y dale color a tu vida!
Olga Castañeda es nutricionista y profesora de Pilates en Gaia.
¿Proteína o carbohidrato?

Con el título de hoy no pretendemos poner al lector en la tesitura de elegir entre comer un sabroso bistec o un delicioso plato de pasta, sino señalar la importancia de separar la ingestión de dichos alimentos en las comidas.
O comemos carne o pasta, pero no espaguetis con salsa boloñesa. Es un hecho comprobado científicamente que para digerir cualquier proteína de origen animal, el estómago debe secretar una enzima digestiva llamada pepsina, la cual solo puede funcionar eficientemente en un medio ácido, y esto es necesario durante varias horas, hasta que el alimento ha sido digerido completamente, y el bolo alimenticio ha abandonado el estómago, siguiendo su camino hacia el intestino.
También está demostrado que para digerir cualquier hidrato de carbono o fécula, se necesita todo lo contrario, es decir un medio alcalino. De hecho, la digestión de los carbohidratos comienza en la boca, cuando las glándulas salivales segregan otra enzima, ptialina y otros jugos alcalinos.
Cuando la comida llega al estómago, es necesario que la alcalinidad continúe para completar la digestión. Es fácil comprender el desastre que ocurre cuando se ingieren proteína e hidratos de carbono en la misma comida.
El estómago debe segregar simultáneamente jugos ácidos y alcalinos que se neutralizan entre sí y no puede digerir correctamente ni una cosa, ni la otra. En consecuencia, las proteínas se pudren, y las féculas fermentan.
La putrefacción y la fermentación son las causas principales de todo tipo de problemas digestivos, como gases, ardor, hinchazón, estreñimiento, colitis, etc. Muchas alergias son también consecuencia de la mala combinación de alimentos.
Para protegerse de la irritación tóxica crónica causada por las comidas mal combinadas, el colon segrega grandes cantidades de mucosidad para envolver las partículas tóxicas antes de que dañen su sensible mucosa.
Cuando esto sucede en todas las comidas, de manera habitual, como es el caso de la dieta moderna occidental, el intestino grueso acaba segregando un flujo constante de moco, que se acumula y se incrusta en las paredes del colon, produciendo una bolsa que se hincha hacia el exterior, provocando lo que se llama una diverticulosis.
Las siguientes etapas del deterioro del colon son la colitis y el cáncer. Si se desea combinar proteínas animales con otro alimento, la mejor elección son verduras y hortalizas, y el mejor modo de consumirlos es frescos en forma de una abundante ensalada.
La mejor combinación para los hidratos de carbono, (preferible que sean cereales integrales) son las frutas no ácidas y verduras frescas crudas o ligeramente cocidas. Las proteínas concentradas de origen animal no deberían entrar en más de una comida al día. Igual ocurre con los hidratos de carbono. Además, lo ideal para asegurarse una correcta digestión y asimilación de todos los nutrientes, es separar la ingestión de proteínas y féculas por un mínimo de 10 horas.
Por ejemplo, puedes hacer el desayuno a base de cereales: unas tostadas de pan integral con un poco de aceite de oliva, o un paté vegetal. Nada de zumo de naranja ni leche de vaca. Sustitúyelo por una infusión, te o café, solo o con leche de cereales.
Las proteínas las tomarás por la noche, te recomendamos el pescado azul como fuente de omega3, acompañado de una suculenta ensalada a base de hortalizas frescas o una guarnición de verduras.
¡Olvídate de las patatas fritas o el pan para empujar!.
Una última recomendación para disfrutar de una digestión más ligera y saludable es no tomar bebidas frías o con hielo. Al llegar al estómago inhiben la secreción de los jugos gástricos, con lo que interrumpen la digestión y desencadenan la putrefacción y fermentación del alimento en el estómago. Lo cierto es que cualquier bebida tomada en grandes cantidades con la comida, diluye los jugos gástricos y dificulta la digestión. En algunos países orientales es habitual acompañar la comida con un te o infusión caliente. El agua a temperatura ambiente es una magnífica opción. También lo son el vino y la cerveza, siempre que no estén fríos, ya que son bebidas fermentadas que tomadas con moderación facilitan la digestión.
Somos conscientes de que los hábitos alimenticios son muy difíciles de cambiar. Al principio puede resultar duro renunciar a una tortilla de patatas, arroz con pollo, o un buen bocadillo de jamón serrano. Pero cuando se convierte en lo habitual y comenzamos a sentir los beneficios en nuestro cuerpo, nos damos cuenta de que el esfuerzo ha valido la pena. Además un huevo frito con una buena ensalada también resulta delicioso.
¡Haz la prueba!