Apoyos de andar por casa
Cuando asistimos a clases de yoga, suelen tener a mano toda clase de apoyos para ayudarnos a hacer ciertas posturas. Hay quienes no las usan nunca, pero también hay personas para las que son imprescindibles.
Cuando nos disponemos a hacer yoga en casa, no tenemos esos apoyos tan estupendos, pero seguro que podemos encontrar elementos comunes y corrientes, que nos pueden servir como tal.
Zafu. El zafu es el nombre que recibe el cojín de meditación. Suelen ser gruesos y bastante firmes. Normalmente están rellenos con la cáscara de algún cereal, también es común encontrarlos rellenos de lana o algodón. Si no tenemos zafu, nos puede servir cualquier cojín firme y grueso, uno doblado por la mitad, varios colocados unos encima de otros o una manta doblada hasta conseguir la altura necesaria para estar cómodos.
Cinturón. Cualquier cinturón servirá, sólo asegúrate de que es suficientemente largo. Los de albornoz o bata son más agradables al tacto que los de piel con hebilla.
Bloques. Para suplir los bloques se pueden utilizar paquetes de arroz o de legumbre. Otra buena opción son los libros, gruesos y de tapa dura. Ese libro tan pesado que nunca conseguiste terminar ¡por fin te servirá para algo!
Mantas. Las mantas siempre son bien recibidas en la práctica de yoga. Se pueden usar de muchas maneras: dobladas para colocar bajo los hombros en “Sarvangasana”. Bajo la cabeza en “Sirsasana” . Bajo las rodillas o los empeines. Como sustituto del zafu. Para cubrirse durante la meditación o la relajación final.
Silla. Cualquier silla estable servirá. Obviamente que no sea giratoria ni plegable, ¡no se vaya a cerrar en el momento más inoportuno!
Pared. Disponte cerca de una pared lisa, sin cuadros, muebles ni espejos. Que tampoco tenga ventana ni puerta.
Cojines. De varios tamaños, gruesos e incluso formas. Todos son bienvenidos y si estás habituado a utilizar apoyos en tu práctica, combinarlos de manera correcta puede ser la clave del éxito en tu práctica en casa.
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La esencia del movimiento
El estilo Vinyasa se ha convertido en los últimos años en uno de los más populares, tanto en los centros de yoga como en las redes sociales, como Instagram o Youtube. Por todas partes podemos ver espectaculares vídeos y secuencias de yoga que muchas veces imitamos en casa sin la supervisión de un profesor.
Sin duda, es uno de los estilos más estéticos visualmente y su práctica, junto con la de Power Yoga o Asthanga, muy física y dinámica, tal vez conecta más con la idea del ejercicio que tenemos en Occidente.
Pero esto conlleva un riesgo: alejarnos de la esencia del yoga en cualquiera de sus estilos. De esa imprescindible y necesaria conexión entre cuerpo y mente, de esa ausencia de competición o ego que a veces nos lleva, tanto a profesores como alumnos, a querer hacer las clases más exigentes o complejas, o las posiciones más bonitas o estéticas, convirtiendo las clases, más en ejercicios gimnásticos o acrobáticos, que en verdaderas prácticas de yoga adecuadas a nuestras posibilidades y necesidades.
Como os decía, esto ocurre sobre todo cuando practicamos estilos como Vinyasa flow o Power yoga, donde la rapidez o la exigencia física nos pueden llevar no sólo a descuidar la técnica sino a desconectarnos de la respiración y hasta de nosotros mismos. ¿Qué queda entonces? Puro ejercicio físico, prácticas que pueden llevarnos a la extenuación física, a las lesiones y a la frustración, a pensar incluso que el yoga no es algo apto para nosotros. Y es una pena, porque de esa unión entre cuerpo, mente y espíritu que busca el yoga es de donde surgen precisamente todos sus beneficios.
Por eso en la práctica “Vuelve a la esencia del movimiento” os propongo parar, sentir, conectar en todo momento con la respiración y, sobre todo, disfrutar. De vuestro cuerpo, de las sensaciones y de vuestra práctica, sea cual sea. A través de esta secuencia os invito a estar conscientes de vuestra postura y especialmente de vuestra respiración para poder acompasarla con el movimiento, porque eso es realmente vinyasa.
En esta práctica y en cualquier otra que realices, tómatelo con calma, céntrate en lo que sientes en cada momento, muévete al ritmo que tú necesites, párate a hacer los ajustes necesarios en cada postura y escucha a tu cuerpo. Sólo así podrás viajar hacia tu parte más espiritual y descubrir los enormes beneficios mentales y emocionales que te aporta la práctica del yoga.