Yoga, discapacidad y enfermedades autoinmunes o degenerativas
Yoga, discapacidad y enfermedades autoinmunes o degenerativas
Por: Gaia | Jul. 03, 2013
Es más que habitual escuchar la afirmación de que todo el mundo, independientemente de cual sea su estado de salud, puede practicar yoga. Aún así no es de extrañar que después de ver los esculturales cuerpos de profesores y practicantes de yoga haciendo posturas casi acrobáticas, impensables para la mayoría de los mortales, eso de que el “yoga es para todos”… quede en entredicho.
¿Qué hay de aquellas personas que tienen que lidiar a diario con el dolor y la frustración causados por enfermedades autoinmunes o degenerativas? ¿Y los que sufren una discapacidad servera y viven irremediablemente unidos a una silla de ruedas? ¿Es que ellos no pueden beneficiarse es esta antigua disciplina? La respuesta es SÍ. No solo pueden, sino que en su caso, la función terapéutica del yoga cobra todo su sentido.
Existen estudios científicos que demuestran que una práctica adecuada de yoga y meditación mejora la capacidad para manejar el estrés, controlar el dolor y, en general se produce una mejora en el estado de salud y anímico en pacientes con fibromialgia o esclerosis múltiple. Aunque sólo sea porque el yoga puede ser muy efectivo a la hora de combatir el estrés y la depresión, puede ser una medicina muy efectiva para los que conviven con la enfermedad, ayudándoles a mejorar su calidad de vida.
El yoga también puede ayudar de otras formas, contribuyendo a aumentar la conciencia sobre nuestro cuerpo, a respirar de forma regular y profunda, a mejorar el equilibrio y la coordinación, a aprender a soltar los músculos tensos, a mejorar la postura, o a dormir mejor. Aunque el yoga no pueda curar la enfermedad, su práctica puede crear esperanza y aumentar la sensación de bienestar y hasta alimentar el optimismo. Además, cuando te sientes mejor como resultado directo de algo que tú has hecho, esto te otorga cierta sensación de control y responsabilidad sobre tu salud y tu vida.
Ahora bien ¿qué tipo de yoga es el adecuado? Quedan descartadas las prácticas potentes que requieren grandes dosis de energía como el power yoga, ashtanga o vinyasa; nos decantaremos por Hatha o Iyengar en sus versiones más suaves y restaurativas. La práctica deberá utilizar todo tipo de apoyos y soportes (bloques, sillas, correas, mantas, pared, etc) para posibilitar el acceso a posturas que de otra forma quedarían relegadas. Resultan de gran utilidad las posturas restaurativas, que estiran los músculos de forma pasiva, a la vez que proporcionan una relajación profunda.
Es imprescindible buscar un profesional especializado, que trate cada caso de manera individual. Esto no quiere decir que la persona no pueda integrarse en una clase en grupo, simplemente tendrá otra manera de realizar las asanas. Buscar clases específicas en grupo también puede resultar muy beneficioso desde el punto de vista de la comunidad o sangha; encontrar un grupo de personas que entienden la enfermedad, con quien poder compartir dudas, miedos o victorias puede resultar terapéutico.
El karma yoga, basado en el servicio desinteresado para la sociedad, también resulta ser muy útil. Un estudio demuestra que aquellas personas con esclerosis múltiple que trabajaron como voluntarias en una línea telefónica para ayudar a otras personas con la misma enfermedad, mostraron mayores beneficios incluso que aquellos a los que aconsejaban. Efectivamente, cuando comienzas a escuchar las historias de los demás, tu propia historia empequeñece y pierde importancia. Cuando prestas tu ayuda y atención a aquellos que lo necesitan, la retribución es tan grande que en muchos casos podemos encontrar un nuevo sentido a nuestra vida.
Debido a la necesidad de creación de un programa específico con el seguimiento y supervisión de un profesor especializado, en Gaia no disponemos de prácticas de yoga específicas de este tipo, aunque sí que se pueden realizar las meditaciones guiadas de nuestra web.
Desde aquí, hacemos un llamamiento a todos los profesionales del yoga para que tengan en cuenta las necesidades especiales de estas personas y lo mucho que se beneficiarían con la práctica adecuada y regular de asanas, pranayama y meditación.
Mi viaje yogui
Al principio éramos nómadas.
Viajar forma parte del ser humano, el impulso natural de movernos, de explorar y descubrir nuevos horizontes. Nos desplazábamos en busca de comida, caza, zonas fértiles que proporcionaran alimento y la aparición de la agricultura fue el comienzo de un gran cambio. Poco a poco nos fuimos asentando en comunidades sedentarias, precursoras de nuestro actual modelo de vida, pero el ansia de viajar nunca cesó.
Se ha ido transformando para dar paso a otra manera de transitar por el mundo, la curiosidad de conocer distintas culturas, de admirar la belleza de la naturaleza y de compartir momentos especiales.
Ahora viajamos para hallar la emoción, que no deja de ser algo esencial e íntimo, que nos conecta profundamente con lo que somos y lo que nos rodea.
Este verano viajé al norte de India, la yogini que aprendió el yoga en occidente, se iba en busca de los orígenes. ¡¡Wow India!! me decía todo el mundo. Es un país cuya fama mística resulta difícil trascender. Se escuchan tantas historias de gente a la que le ha cambiado la vida, que repite una y otra vez, personas que se han quedado a vivir allí, que puedes perderte en una idea un tanto mitológica de lo que vas a encontrar, generando excesivas espectativas.
El extra era viajar de la mano del Yoga, una experiencia que va mucho más allá del turismo. Cambiar el escenario te sitúa en un plano mental distinto, la variación de perspectiva se da aunque no la busques y ahí es donde empieza la otra expedición, hacia el interior.
Si a ésto le añades la práctica de Yoga y meditación diarias, como eje conector de la viviencia, surge la oportunidad de profundizar conscientemente y abrir un espacio de autoconomiento. Ambos viajes son siempre una aventura en unión, como la misma palabra YOGA indica, unión del cuerpo y de la mente, y por lo tanto, unión universal, porque no estamos separados de nada.
Elegir destino es importante, un lugar que nos inspire, ya sea por su encanto, por el interés cultural, o su magia. Y después viene la disciplina de levantarse pronto cada día y aterrizar sobre la esterilla para comunicarte con tu cuerpo.
Los viajes de encuentro personal son fantásticos pase lo que pase en ellos. Una ocasión para desconectar de verdad de todo lo que abarrota nuestro día a día y conectar otra vez, echar gasolina premium para volver con la energía renovada, siendo un poco más tú y con las ideas más claras.
Pero retomemos India de nuevo. ¡Pues no fue lo que yo esperaba! teniendo en cuenta que no esperaba nada concreto, ya que tenía claro que iba a encontrar mucha suciedad, bullicio, caos, ruido y pobreza, entre otras cosas. Para lo peor iba teóricamente preparada.
Tampoco tuve un brote de iluminación, ni sintonicé especialmente con la vertiente más mística, que distaba mucho de mi sentido personal de la espiritualidad.
Sin embargo, la belleza de lo real, de lo que es sin más añadidos, de las conversaciones con mis compañeros de andanza, de los pequeños detalles y la autenticidad de tantas situaciones vividas, positivas y negativas; todo interiorizado a través de mi práctica: las posturas, la respiración, los silencios, la atención consciente… conformaron la experiencia única e irrepetible de “mi viaje yogi”, haciéndolo sencillamente enriquecedor.