Bhavana, vuelta a los orígenes del yoga
Bhavana, vuelta a los orígenes del yoga
Por: Carla Sanchez | 04 abril, 2017
Debemos celebrar que la práctica de Yoga se ha modernizado y globalizado en las últimas dos décadas convirtiéndose en una disciplina asequible en gimnasios, centros de belleza, estudios y múltiples plataformas en internet, ofreciéndonos un método ancestral y maravilloso de equilibrio entre el cuidado y el fortalecimiento del cuerpo, la mente y las emociones.
Su diversidad es apasionante, hay estilos para todos los gustos y prácticamente cualquiera puede encontrar un yoga acorde con su personalidad o sus necesidades anatómicas, desde variantes dinámicas, acrobáticas, a restaurativas.
Sin embargo, este boom occidental se ha centrado en el aspecto más físico enfocado a la ejecución de asanas, a mejorar la fuerza, la flexibilidad, el equilibrio y la coordinación.
Puedo confirmar desde mi experiencia como alumna y profesora que, a día de hoy, se da poco espacio en las clases al trabajo respiratorio y a la meditación, los dos aspectos esenciales sobre los que se cimenta el yoga.

En sus orígenes, yoga era simple y llanamente “meditar”. Para adoptar correctamente Siddhasana o Sukasana, las posturas clásicas de meditación sentado, necesitamos tener el cuerpo fortalecido, ya que el fundamento físico de esta práctica está en mantener la columna alargada y en la posición correcta para que el sistema nervioso funcione plenamente y mantenga los niveles de oxígeno óptimos haciendo un enlace energético del cuerpo y la conciencia.
Los antiguos yogis se dieron cuenta de esto muy pronto y así comenzó la creación y el ejercicio de asanas que combinaban flexibilidad, fuerza y equilibrio con el objetivo de prepararse físicamente para Bhavana, el cultivo de la mente.
Cualquier clase de yoga que realices tiene el propósito último de disponerte para entrar en meditación. El trabajo físico es también la puerta hacia la concentración y el traslado del pensamiento al momento presente, porque nada nos hace estar más presentes que las sensaciones corporales conscientes.
Porque tu mayor potencial es disfrutar de esta vida con la mayor conciencia y plenitud posibles. Cultivando cuerpo y mente a través del yoga y la meditación tu percepción florecerá como la primavera.
Namaste.
Con este recordatorio te invito a realizar conmigo la clase que concluye mi última colección de prácticas titulada “Sraddha: reconoce tu potencial”
Sraddha engloba una nueva colección de 4 clases dirigidas a ayudarte a descubrir tu potencial, reconocer las limitaciones psicofísicas que generan bloqueos y fomentar el compromiso con tu felicidad desde la aceptación. Esta primera práctica explora la conexión con la respiración a través de movimientos lentos y fluidos. La intención es reavivar la conexión con quiénes somos para soltar el miedo y el apego a las limitaciones del cuerpo y de la mente, reconociendo nuestro potencial.
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AHIMSA - Descubriendo el camino del amor
La palabra sánscrita Himsa significa daño. El ser humano es experto en esta práctica tanto a nivel global como particular; no hay más que ver los efectos que nuestro egoísta modo vida está causando en el medio ambiente, los constantes conflictos bélicos entre países, las dificultades que tenemos a la hora de aceptar lo que es diferente, al comunicarnos y lo mal que nos tratamos a nosotros mismos en muchos aspectos.
La luz y la oscuridad forman parte de la naturaleza de todas las cosas. Un elemento sin el otro no puede existir, porque el contrario da sentido y potencia esas cualidades. Me gusta pensar que nuestra sombra o lado oscuro es lo que nos da perspectiva a la hora de brillar con intensidad.
La otra cara de Himsa es Ahimsa, “la no violencia”. Este término filosófico se enmarca en tradiciones religiosas como el Hinduismo, el Jainismo y el Budismo, promoviendo una actitud de respeto hacia la vida humana, animal y vegetal desde una convivencia pacífica, amable y armoniosa.
El gran reto comienza cultivando ese espíritu primero en ti para sembrarlo después en tu entorno. Porque una cosa que está clara, si el cambio no se produce en tu interior como semilla, difícilmente podrás lograr un cambio a tu alrededor.
