La esencia del movimiento

La esencia del movimiento

La esencia del movimiento


Por: Amalia Panea  |  01 marzo, 2017

El estilo Vinyasa se ha convertido en los últimos años en uno de los más populares, tanto en los centros de yoga como en las redes sociales, como Instagram o Youtube. Por todas partes podemos ver espectaculares vídeos y secuencias de yoga que muchas veces imitamos en casa sin la supervisión de un profesor.

Sin duda, es uno de los estilos más estéticos visualmente y su práctica, junto con la de Power Yoga o Asthanga, muy física y dinámica, tal vez conecta más con la idea del ejercicio que tenemos en Occidente.

Pero esto conlleva un riesgo: alejarnos de la esencia del yoga en cualquiera de sus estilos. De esa imprescindible y necesaria conexión entre cuerpo y mente, de esa ausencia de competición o ego que a veces nos lleva, tanto a profesores como alumnos, a querer hacer las clases más exigentes o complejas, o las posiciones más bonitas o estéticas, convirtiendo las clases, más en ejercicios gimnásticos o acrobáticos, que en verdaderas prácticas de yoga adecuadas a nuestras posibilidades y necesidades.

Como os decía, esto ocurre sobre todo cuando practicamos estilos como Vinyasa flow o Power yoga, donde la rapidez o la exigencia física nos pueden llevar no sólo a descuidar la técnica sino a desconectarnos de la respiración y hasta de nosotros mismos. ¿Qué queda entonces? Puro ejercicio físico, prácticas que pueden llevarnos a la extenuación física, a las lesiones y a la frustración, a pensar incluso que el yoga no es algo apto para nosotros. Y es una pena, porque de esa unión entre cuerpo, mente y espíritu que busca el yoga es de donde surgen precisamente todos sus beneficios.

Por eso en la práctica “Vuelve a la esencia del movimiento” os propongo parar, sentir, conectar en todo momento con la respiración y, sobre todo, disfrutar. De vuestro cuerpo, de las sensaciones y de vuestra práctica, sea cual sea. A través de esta secuencia os invito a estar conscientes de vuestra postura y especialmente de vuestra respiración para poder acompasarla con el movimiento, porque eso es realmente vinyasa.

En esta práctica y en cualquier otra que realices, tómatelo con calma, céntrate en lo que sientes en cada momento, muévete al ritmo que tú necesites, párate a hacer los ajustes necesarios en cada postura y escucha a tu cuerpo. Sólo así podrás viajar hacia tu parte más espiritual y descubrir los enormes beneficios mentales y emocionales que te aporta la práctica del yoga.

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Porque en el yoga subyace toda una filosofía de vida que ha hecho que esta milenaria práctica surgida en la India fuera declarada por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 2016 Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

La decisión fue adoptada por el Comité inter-gubernamental durante su reunión anual, donde consideró que la filosofía subyacente a esta práctica “ha influido en numerosos aspectos de la sociedad de este país, que van desde la salud y la medicina hasta la educación y las artes”. La Unesco destacó la “unificación de la mente, el cuerpo y el alma para mejorar el bienestar mental, físico y espiritual de las personas” que lo practican.

Y esto es algo que a veces olvidamos en Occidente, donde tantísimos estilos de yoga han surgido. Es inevitable que los profesores acabemos “creando” también nuestro propio estilo de yoga incorporando nuestros conocimientos en otras disciplinas, nuestra experiencia con la práctica y nuestro bagaje personal. Es inevitable también que muchas personas se acerquen actualmente a la práctica de yoga porque es una disciplina de moda. Pero ninguno de nosotros debe olvidarse de cuál es la esencia del yoga: esa comunión entre cuerpo y mente para poder llegar hasta nuestro espíritu.

La esencia del movimiento


 

Amalia Panea

Periodista experta en fitness, nutrición y salud, y profesora de yoga y fitness. Después de muchos años impartiendo clases de fitness de alto impacto mi cuerpo empezó a agotarse. Descubrí el yoga y decidí formarme como profesora de Hatha por la Asociación Internacional de Profesores de Yoga Sananda (AYPIS) en Yoga Center. Gracias al yoga mi cuerpo rejuveneció y se restauró.


 

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Pranayama: control de la energía corporal

Según nos explica André Van Lysebeth en su maravillosa obra “ Pranayama, a la serenidad por el yoga”, Prana con mayúscula es la Energía Universal indiferenciada, energía que todo lo penetra y mueve; y prana con minúscula es la energía diferenciada y manifestada en cualquier forma.

El magnetismo, la electricidad o la gravitación son manifestaciones del prana. El prana se encuentra presente en el aire, en los alimentos, el agua, la luz solar… pero no es ninguno de los elementos que la ciencia moderna haya conseguido observar y cuantificar. Los antiguos sabios de la India y la misma filosofía del yoga afirma que el prana puede ser acumulado y almacenado en el sistema nervioso, concretamente en el plexo solar, y además que el yoga nos da la capacidad de dirigir voluntariamente la corriente de prana mediante el pensamiento.

La ciencia del control del prana en el organismo es el Pranayama, aunque todos los ejercicios de yoga tienen este objetivo, y no únicamente las técnicas de respiración. Si es tu primera toma de contacto con las técnicas respiratorias yóguicas no te agobies, aquí te ofrecemos unas sencillas pautas y consejos para introducirte poco a poco en las profundas aguas del pranayama.

Practica con paciencia y perseverancia.
Progresa lentamente en las técnicas respiratorias, respetando las indicaciones para cada ejercicio concreto.
Realiza con regularidad tu sesión de asanas como preparación para el pranayama. No hacerlo sería un error, ya que las asanas mantienen la columna vertebral y el cuerpo flexible libre de bloqueos.
El prana obedece al pensamiento, de modo que practica con atención y concentración.
Comienza siempre por limpiar las fosas nasales. La ducha nasal o jala neti es una manera perfecta de hacerlo.
Adopta una rutina y permite que tu cuerpo y tus pulmones se adapten a ella. No modifiques tu programa ni practiques al azar.
Adopta una postura adecuada para realizar los ejercicios. La columna debe permanecer erguida y el rostro, hombros y brazos relajados. Padmasana o Siddhasana son  las más adecuada para ello.
La respiración debe ser silenciosa y lenta.
No practiques hasta la fatiga. Si se presenta interrumpe tu práctica y descansa en la postura de relajación Savasana.
Presta atención a la fase de exhalación (rechaka).
Inspira y espira por la nariz siempre que no se indique lo contrario.
Practica al aire libre o en una habitación bien ventilada.

Fases de la respiración

Puraka 
Es la fase de inspiración, que debe ser lenta, uniforme y completa. La concentración debe estar sostenida en la entrada del aire por la nariz.

Kumbhaka 
Es la fase de retención del aliento. Los yoguis distinguen entre kumbhaka con los pulmones llenos (después de la inhalación), y kumbhaka con los pulmones vacíos (después de la exhalación). Durante esta fase se produce la liberación de prana en el cuerpo, que puede ser conducida a voluntad por el yogui. Durante la fase de kumbhaka también se estimula la respiración intracelular, que consiste en la absorción del oxígeno por parte de las células del organismo, y la expulsión de CO2. Este intercambio tiene como resultado la liberación de energía con la consiguiente producción de calor interno, además de la estimulación de los procesos vitales en todas las células del cuerpo.

Rechaka 
Es la fase de la exhalación. Debe ser lenta y completa. Es la fase más importante desde el punto de vista mecánico, ya que sin una exhalación completa no se puede conseguir una inspiración correcta. Para llenar un recipiente (los pulmones) este tiene que haber sido previamente vaciado. De la combinación de estas tres fases rechaka, kumbhaka y puraka, nacen los distintos ejercicios de control del prana.

Si te interesa el pranayama y quieres comenzar a practicar sus técnicas en Gaia dispones de diferentes clases guiadas.

Cristina Herrero es profesora en Gaia.

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