6 posturas clave para la salud de la mujer
6 posturas clave para la salud de la mujer
Por: Gaia | Mar. 06, 2014
Hoy traemos la propuesta de una mini serie de seis posturas que no puedes olvidar para mantener la salud y bienestar en tu cuerpo-mente.
– Gato – Vaca.
Apoya en el suelo las rodillas y las manos formando una base estable. Exhalando redondea tu espalda sacando una joroba y llevando la barbilla hacia el pecho. Inhalando haz el movimiento contrario, lleva la mirada hacia delante, y estira la columna vertebral arqueando ligeramente la zona lumbar. Continúa con el movimiento lento al ritmo de tu respiración.
Esta combinación de posturas moviliza toda la columna vertebral y alivia tensión en la zona lumbar.
– Sarvangasana. Postura de la vela.
Túmbate boca arriba y estira todo tu cuerpo en la esterilla. En una exhalación eleva del suelo las piernas juntas, llévalas a la vertical y después continua levantando la pelvis y la espalda también. Apoya tus manos en la espalda para sostener el cuerpo lo más vertical que puedas.
Esta postura masajea la glándula tiroides, mejora la circulación de retorno, se descongestionan los órganos abdominales, seda el sistema nervioso, fortalece los músculos del abdomen y la espalda.
– Paschimottanasana. Postura de la pinza.
Túmbate boca arriba y estira los brazos por detrás de la cabeza. Lentamente lleva los brazos hacia las piernas, y redondeando la espalda incorpórate para después replegarte sobre las piernas. Coge tus pies, tobillos o piernas con las manos.
Esta asana produce un masaje intenso en los órganos abdominales y reproductivos, fortalece toda la musculatura de la espalda, estira los músculos posteriores de las piernas (habitualmente acortados por el uso de tacones), tonifica los nervios espinales, elimina acumulaciones de grasa en el vientre y afina la cintura.
– Virabhadrasana II. Postura del guerrero.
Ponte de pie y separa las piernas todo lo que puedas sin llegar a estar incómoda. Dirige las puntas de los pies hacia la derecha. Inhalando levanta los brazos a los lados del cuerpo y forma una línea recta paralela al suelo. Al exhalar dobla la pierna derecha y gira la cabeza hacia ese mismo lado. Ahora retén las ganas de orinar sin contraer los glúteos. Mantén la postura durante 5 respiraciones con el pecho bien abierto y después haz el otro lado.
Esta postura aporta equilibrio físico y emocional, voluntad y fortaleza para enfrentar la vida. Fortalece la musculatura de las piernas y espalda, abre las caderas y el pecho y fortalece el suelo pélvico.
– Dhanurasana. Postura del arco.
Túmbate boca abajo y estira todo tu cuerpo. Dobla las piernas y coge los tobillos con las manos. Inhalando levanta del suelo la cabeza, el tronco y las piernas tensando el arco, manteniendo los brazos bien estirados. Mantén la postura durante varias respiraciones y vuelve al suelo y descansa.
Esta postura previene la calcificación en las articulaciones vertebrales, mejora el funcionamiento de los órganos abdominales y las glándulas suprarrenales. Estira los músculos de la parte anterior del cuerpo y combate la celulitis y el sobrepeso.
– Balasana. El niño.
Siéntate sobre los talones y pliega tu cuerpo sobre los muslos. Apoya la frente en el suelo y descansa los brazos a los lados del cuerpo.
Esta postura alivia la tensión en la zona lumbar, proporciona un masaje a los órganos del abdomen y la pelvis. Alivia el estrés y la fatiga.
Si quieres practicar estas y otras posturas de yoga con la guía de un profesor desde la comodidad de tu casa, en Gaia tenemos un amplio catálogo de prácticas guiadas.
La vida color yoga
En 2013 comenzó mi historia de amor con el yoga.
En aquella época vivía una etapa de ansiedad y buscaba soluciones que me ayudaran a paliarla. La persona adecuada en el momento adecuado me recomendó iniciarme en el yoga acompañándome al centro dónde ella acudía de forma habitual.
Y así fue como un buen día me descalcé por primera vez en la entrada de Sananda, avancé entre budas por el pasillo oloroso a incienso hasta la esterilla en la que me vi tumbada, amorosamente tapada con una manta y esperando el inicio de la clase de principiantes.
Mi mente prejuiciosa pensaba en sectas, levitaciones, aburrimiento supremo y gente etérea… Hasta que ¡Ale hop!, comenzó la clase y con ella la magia. Esa magia del yoga que te despega del pasado y del futuro y te sitúa en la vida, en la intensidad de cada movimiento y cada respiración. A solas contigo, en comunión con el resto del universo, ¡tan grande esta magia! Respirando amor y encajando cada pieza del puzle en perfecta armonía.
A lo largo de esta historia de amor hasta el presente recuerdo que un pedazo de mi alma partió con mi madre un día para no volver y dos príncipes sin corona se fueron dejando hojas marchitas tras de sí. Rememoro momentos de intensa pasión yóguica cuasi diaria sobre la esterilla… Otros, en cambio, de ausencias de amante indecisa que no quiere dejarse querer. ¿Cómo olvidar las sonrisas cálidas que me reciben siempre al regresar? Mantras hermosamente cantados, el príncipe con corona que apareció para apoyarme y regar mi alma, y seres de luz como mi niña Adriana que, desde mi vientre, me acompaña en cada asana abriendo más mi corazón con cada respiración.