Pilates suelo vs Pilates máquinas

Pilates suelo vs Pilates máquinas
By: Gaia Staff | Jun. 19, 2014
Aunque en el título parece que estamos ante una competición entre dos contrincantes, nada más lejos de la realidad. Como punto de partida tenemos que dejar claro que no es mejor ni peor practicar Pilates en suelo (MAT) o en máquinas (reformer, trapecio, chair…), son disciplinas complementarias.
Es buen momento para recordar que el Método Pilates es un sistema de entrenamiento personalizado y asistido: se conecta el cuerpo y la mente en una toma de conciencia de los movimientos, manteniendo en todo momento el control desde el powerhouse (faja abdominal y lumbar, glúteos y suelo pélvico) hacia las extremidades, y a través de la respiración costal trabajando la musculatura profunda y teniendo un mayor sostén del tronco.
Teniendo claras las bases del Método, podemos establecer algunas diferencias entre practicarlo en el suelo y en máquinas:
1-Orígenes: Joseph Pilates ideó primero el trabajo en máquinas, concretamente con una arcaica versión del “Cadillac”: una cama de hospital adaptada con muelles y poleas para que los heridos en la II Guerra Mundial, a los que J.Pilates atendía, pudieran iniciar su recuperación sin necesidad de levantarse.
2-Dificultad: el trabajo en suelo (MAT) es más exigente ya que es necesario tener mucho más dominio y conciencia del cuerpo, al estar ejercitándose constantemente en contra de la fuerza de gravedad. Las máquinas pueden ayudarnos a conocer bien los ejercicios y después practicarlos en suelo; de la misma forma, con la graduación adecuada, se puede elevar el nivel de dificultad del ejercicio. Digamos que el nivel de precisión en Pilates con máquinas puede ser mayor.
3-Número de alumnos: lo ideal para la práctica de Pilates es que las clases sean lo más reducidas posible. En el caso de que la persona practique por una lesión o una patología concreta, lo mejor es que sea individual. Lo que nos encontramos en la realidad son clases de Pilates MAT entre 10-12 alumnos y en aparatos entre 4-5.
4-Precio: lamentablemente, en los centros de Pilates se gana más dinero con las maquinas que con suelo, lo cual ha llevado en muchas ocasiones a generar un concepto mercantilista y poco ético en algunos centros.
5-Lesiones/Patologías: para personas lesionadas se recomienda empezar por los aparatos ya que tendrán mayor control sobre las zonas debilitadas. Pero no hay que desplazar al trabajo en suelo, ya que es sobre la colchoneta donde la fuerza y el control de cada alumno salen a la luz.
Conclusión: dejaremos esta “batalla” que no significa nada. El mejor entrenamiento de Pilates sería la combinación de las dos modalidades, siempre que fuera posible. Si los aparatos se escapan del presupuesto, recuerda: el suelo y el cuerpo siempre los tienes disponibles.
Si quieres practicar Pilates cuándo y dónde tú quieras, únete a la comunidad Gaia.
Olga Castañeda es profesora de Pilates en Gaia.
Tips para facilitar tu práctica

A veces, la práctica de yoga, y creo que es algo que a todos los no ha pasado en algún momento, puede resultar frustrante. Porque nos duele la espalda o el cuello en ciertas posturas o movimientos, porque nos falta flexibilidad o fuerza, porque no somos capaces de hacer las asanas que nos gustaría, porque nos cuesta coordinar la respiración con el movimiento… Sufrir o estar incómodos durante la práctica puede frustrarnos y llevarnos a pensar que el yoga no es para nosotros.
Por eso, en este post quiero compartir con vosotros todas esas modificaciones, recursos y hasta trucos que yo he ido adoptando desde que empecé a practicar yoga. Porque, por supuesto, a los profesores también nos ocurre. Cada cuerpo, cada mente, cada estructura ósea, muscular o articular es un mundo, cada forma física y estado de salud también, y debemos respetarlo para poder convertir el yoga en una práctica agradable y beneficiosa para nosotros.
Por eso, el primer consejo que quiero daros, y que ya habréis escuchado muchas veces, es no compararos nunca con nadie. La competición es un concepto carente de sentido en el yoga. Ni siquiera contigo mismo. Haciendo yoga hay que sentir, disfrutar y por supuesto, avanzar, pero nunca sufrir o forzarnos a hacer cosas que no son ni aptas ni buenas para nuestro cuerpo. Tampoco debe darnos ningún tipo de vergüenza no poder hacer una postura, optar por opciones más sencillas o, simplemente, descansar si lo necesitamos. A los profesores también nos ocurre.
En cuanto a los aspectos prácticos, vamos a ir parándonos en todo aquello que puede ayudaros a facilitar vuestra práctica:
La postura
Mucha gente decide hacer yoga porque sufre dolores crónicos de espalda y porque siente que el sedentarismo está haciendo huella en su cuerpo y en su salud. Normalmente, esto conlleva tener un tono muscular muy bajo y una escasa conciencia corporal, lo que hace que nosotros mismos tengamos “desactivados” músculos esenciales para nuestra postura a perjuicio de otros que asumen demasiadas tareas. Como los glúteos. Son los músculos más grandes y fuertes del cuerpo pero también los más perezosos. Si no eres consciente de su activación, puede que otros músculos tengan que acabar haciendo su trabajo, lo que creará desequilibrios en tu cuerpo y, finalmente, patologías. Por eso es tan importante prestar mucha atención a nuestro cuerpo, ser conscientes de cómo es nuestra postura y de los músculos que debemos activar durante la práctica. Los profesores siempre dan indicaciones posturales en las clases. Síguelas siempre pero, además, mi consejo es que no dejes de chequear tu postura en cada asana durante la práctica. Además, activar tu musculatura de forma consciente hará que se impliquen muchas más fibras musculares y que te resulte más fácil sobrellevar el esfuerzo físico que supone la práctica.
Flexiona las piernas
Al subir y bajar de tadasana, sobre todo al hacer los Saludos al Sol o practicar estilos como Vinyasa, puede dolernos la espalda. Algo que a mí me ocurría mucho al principio. Por eso os recomiendo que mantengáis una ligera flexión de piernas y que cuando os incorporéis y estéis de pie, mantengáis activos vuestros glúteos y vuestra faja abdominal (os ayudará llevar el ombligo hacia dentro y hacia arriba y alargar los costados). Y lo mismo cuando estéis en posiciones como Uttanasana, con la cabeza y la espalda hacia abajo: flexionad las piernas todo lo que necesitéis e incluso apoyad los antebrazos en los muslos o las manos en las rodillas para evitar el dolor en la espalda. Mantener los pies al ancho de la cadera durante vuestra práctica (obligatorio si estáis embarazadas) también os ayudará a repartir mejor el peso del cuerpo y no sobrecargar la espalda.